Tú eres café

Tú eres mi café.

El aroma a café se ha convertido en uno de mis preferidos, desde que aquella tarde de lluvia te vi sentada en mi mi mesa tomando un cappuccino, cada tarde me gusta sentarme al fondo, pero hoy cuando he llegado en el turno de siempre la encuentro ocupada por una bella dama de cabello cobrizo, lentillas pequeñas de color uva y disuelve libro entre sus pequeños dedos, desde la entrada puedo ver qué tiene un buen gusto acerca de la lectura, entonces intrigado por el evento me acerco hasta ella.

—Buena dram, discúlpeme pero esta es mi mesa —le digo al llegar hasta ella, sus ojos se despegan de laguna presion y me encuentro con unos zafiros que me deslumbran, son tan profundos que me pierdo en ellos inmediatamente.

—Discúlpeme —contesta nerviosa se acomoda un cabello que le sale de la coleta y carraspea varias veces— no tenía intención de molestar.

Sincero por el evidente nerviosismo que pareció provocar y para estar seguro de la situación me dispongo a preguntar.

—¿Le molesta si la acompañó?

Parpadea al escucharme y sus ojos se dilatan cuando entiende a lo que me refiero, rápidamente la veo asentir no sin antes ver como sus nudillos aprietan con fuerza el libro.

Me siento a su lado por que me gusta la reacción que provoco sobre ella, es algo tan nuevo y placentero, que no había experimentado jamás.

Que rápidamente me veo conversando con ella era invitándola a quedar, y desde ese día amor de mi alma me gusta el café, pero solo por qué conmigo estar tu.