Andrea es una chica como las demás. Le gusta salir con sus amigas, hablar de los chicos del equipo de futbol y tocar su guitarra. Sus amigos la llaman gorda de cariño. Pero la realidad es que Andrea es la más delgada de su clase. A la hora del almuerzo, nadie se percata del problema de Andrea. El chico que le gusta le dice “Gordis, no comas tanto que te vas a engordar” en tono sarcástico, como diciendo “Flaca, come más que estás muy delgada”. Andrea mira hacia abajo y sigue comiendo.
Al regresar a la casa, entra a su cuarto sollozando y mira a su espejo lleno de stickers de chanchitos, los cuales le había dicho a su familia que los coleccionaba por que le encantaban. Mira al espejo y con el puño cerrado de ira grita “Sos una gorda fea! Por qué soy tan obesa” y corre al baño para vomitar todo lo que comió. Su madre toca la puerta del baño y le pregunta “Andre, estás bien?”. Andrea abre la puerta de forma violenta y le grita a su madre “Déjame en paz!”, corre y se encierra en su cuarto. Su madre no entiende por qué Andrea pasa tanto tiempo enojada y depresiva. Pareciera como que nada de lo que dijera o hiciera por ella, le traería una sonrisa.
¿Cuántas veces no hemos escuchado historias como la de Andrea?, ¿Chicas rebosantes de juventud y belleza que se obsesionan por su apariencia hasta llegar a enfermar, por que la imagen que tienen de ellas mismas está distorsionada y sus pensamientos obsesivos no las dejan vivir en paz? ¿Trillado?, ¿O acaso no has escuchado de gente que pasa enferma todo el tiempo y su tema de conversación favorito es nombrar las enfermedades que han tenido y de paso las que van a tener? De hecho hasta eligen el dolor del día y gritan a medio mundo que su vida es patética y son víctimas de la mala suerte.
Pero no vayamos muy lejos. Nosotros mismos hemos sido esclavos de nuestros propios pensamientos y emociones de alguna u otra manera. ¿Acaso te suena familiar alguno de los siguientes pensamientos?; “Soy un tonto”, “Estoy sumamente preocupado por…”, “No puedo”, “Es muy difícil”, “Soy feo”, “Nadie me quiere” etc. Y te preguntas por qué pasas tan estresado, ansioso, depresivo, triste, colérico, con migraña o gastritis crónica.
Los sentimientos y las emociones son los que nos definen como seres humanos y son fundamentales para nuestro crecimiento integral durante toda nuestra vida. Estos son los que realmente nos hace SER humanos. Gracias a las emociones, la experiencia de SER humano es más rica, ya que la vida se llena de colores y música que trae aprendizaje a nuestro trayecto de crecimiento espiritual como emocional.
Según el Oxford English Dictionary, la emoción es “Cualquier agitación y trastorno de la mente, el sentimiento, la pasión; Cualquier estado mental vehemente o excitado”. Daniel Goleman en su libro “Inteligencia emocional”, define las emociones para referirse a un sentimiento y sus pensamientos característicos, a estados psicológicos y biológicos y a una variedad de tendencias a actuar.
Según Goleman, los especialistas han llegado a la conclusión de que existen cientos de emociones junto con sus combinaciones, variables, mutaciones y tonalidades. Ellos han llegado a identificar o subdividirlas en las siguientes familias: Ira, Tristeza, Temor, Placer, Amor, Sorpresa, Disgusto, Vergüenza entre sus demás matices y cada emoción puede recurrir a distintas partes del cerebro a través de varios circuitos que dispersan la regulación de esa emoción determinada.
El documental “What the Bleep do we know” (¿Qué carajo sabemos?) nos explica con claridad que, “El cerebro humano posee redes neuronales que generan el pensamiento y la memoria. En cada punto de conexión, se encuba un pensamiento o un recuerdo. El cerebro crea todos los conceptos a partir de la ley de la memoria asociativa. Las ideas, los pensamientos y los sentimientos están construidos e interconectados en esa red neuronal y todos se relacionan entre sí”. Por eso es que reaccionamos de maneras distintas a conceptos y sentimientos preestablecidos en nuestra mente. Por ejemplo, si una persona ha tenido una mala experiencia de amor, esta lo relacionará con la decepción y ese sentimiento a una persona en específico, por lo que cuando piensa en amor, su cuerpo reaccionará de diferentes maneras como dolor en el estómago, náuseas, ansiedad etc.
Debemos de entender que los pensamientos pueden llegar a convertirse en adicción si dejamos que tomen poder de nuestras emociones. Si hacemos algo repetidas veces, las neuronas de nuestro cerebro correspondientes a ese pensamiento o emoción tendrán una conexión de redes prolongada, lo que hace difícil desapegarnos de esos sentimientos. Sin embargo, cuando nos distraemos y dejamos de pensar en lo mismo, interrumpimos el proceso de pensamiento y esto hace que las redes de esas emociones crónicas se debiliten y que las células nerviosas conectadas empiecen a romper esa relación. Esas reacciones químicas del cuerpo de las que tanto escuchamos hablar se generan en una parte del cerebro llamada hipotálamo que fabrica neuro péptidos (posibles sustancias químicas relacionadas con las emociones). Estos neuro péptidos corresponden con los estados emocionales que experimentamos diariamente.
¿Qué hacer entonces?
Ahora que conocemos el origen de las emociones, nos daremos cuanta que no provienen de la nada, si no que son procesos químicos del cerebro que nos ocasionan sentir lo que sentimos. Aquí nos damos cuenta de que realmente somos los amos de nuestros pensamientos y sentimientos. Sentirnos bien depende de nosotros mismos. Sin embargo, cuando estamos inundados de pensamientos y sentimientos negativos, no nos es tan fácil salir de ellos. Por ello, es importante trabajar en uno mismo e investigar maneras que nos hagan sentir mejor y poder tener una mejor calidad de vida. ¿Imagínense poder crear redes neuronales prolongadas de emociones positivas como la felicidad?, Si una emoción negativa puede arraigarse tanto en nosotros, ¿por qué no pensar que una emoción positiva también puede llegar a ser un estado de ánimo habitual?
Daniel Golman nos habla de la ciencia del YO que consiste en reconocer los propios sentimientos y construir un vocabulario adecuado para expresarlos; aprender a ver los vínculos existentes entre pensamientos y reacciones; saber si los pensamientos o los sentimientos están gobernando las decisiones; ver las consecuencias posibles de elecciones alternativas y aplicar todas estas percepciones en diversas decisiones y ser más asertivos.
“Cuantas más maneras conozcas de responder a una emoción, tanto más rica será tu vida” Daniel Goleman