Tu gato es el rey de la casa. Le consideras como a un hijo y te ves a ti mismo como un padre (o madre). No es nada raro que el dueño de un gato considere su relación con él como la de padre e hijo. Incluso en tus conversaciones hablas de tu gato con el mismo cariño y orgullo que tendrías por un hipotético bebé. ¿Pero que pasa cuando el bebé ya no es hipotético?
Mucha gente insistirá en que debes abandonar a tu querido gato debido a la llegada del nuevo bebé. Estas personas a menudo no tienen animales domésticos en casa, lo que probablemente debería hacerte dudar sobre las razones en que se basan para tener una recomendación tan extrema. La verdad es que en casi todos los casos no hay ninguna necesidad para una decisión tan drástica y tu gato y tu bebé pueden coexistir felizmente. De hecho hay varios argumentos con base científica que apuntan que existen beneficios en tener un gato en casa con tu bebé:
- Se ha observado que niños que crecen en compañia de animales domésticos son más sociables en edad adulta.
- Un estudio del Hospital Henry Ford en Detroit sugiere que los niños que crecen con perros o gatos tienen un menor riesgo de desarrollar alergias a animales y son menos sensibles a otra lista de alergias. A pesar de la idea generalizada en contrario, convivir con gatos de niño puede contribuir a desarrollar un sistema inmune más fuerte.
- Añadir una relación con un animal doméstico en un hogar estable es un factor significativo para facilitar el desarrollo social y cognitivo de los niños, según declaraciones del sociólogo Robert Poresky de la Universidad de Kansas State en el sitio web de Purina ONE.
Algunas pautas a seguir para hacer la coexistencia de tu gato y tu bebé más segura son:
- Asegurate de que los tazones de comida y bebida de tu gato así como su caja de arena estén fuera del alcance del bebé.
- Nunca permitas que el gato esté en la cuna, incluso cuando tu bebé no está allí. Que tu gato aprenda que la cuna es una zona terminantemente prohibida es la manera más fácil de evitar posibles accidentes.
- Nunca los dejes solos juntos durante el primer año. Con la mejor de las intenciones un bebé puede hacer que el gato se sienta amenazado y quizás reaccione con un zarpazo. Triana ha tenido varios arañazos sin importancia que atestiguan este comportamiento.
Como hemos explicado es posible e incluso deseable que tu bebé crezca con un gato en casa, pero eso no significa que es siempre fácil. Dependiendo de su personalidad y experiencia, los gatos responden de diferente manera a la llegada de un bebé, pero en general todos ellos tienen que afrontar la misma realidad: ellos solían ser los reyes de la casa y ahora ha llegado un principito or princesita para destronarlos. No te sorprendas si tu gato exhibe un caso severo de celos, mucho de su comportamiento después de la llegada del bebé se puede explicar por el hecho de que esta buscando tu atención.
Hemos recibido muy buenos consejos para facilitar el primer encuentro entre tu gato y tu bebé:
- Coloca una toalla perfumada con el olor de tu bebé debajo del tazón de comida de tu gato con su comida preferida para que asocie al bebé con sensaciones agradables.
- Deja que tu gato se acerce al bebé cuando esté listo.
En última instancia el éxito de la transición dependerá de tu capacidad para que tu gato no se sienta como un ciudadano de segunda clase. Es una situación muy parecida a la de un niño pequeño con un nuevo hermanito, y tendrás que hacer un esfuerzo para darle a tu gato la suficiente atención para que no sienta ningún resentimiento hacia el nuevo bebé. Por supuesto, un bebé requiere una gran cantidad de tiempo y paciencia, lo que no hace nada fácil tener que ocuparse de un gato que de repente se está portando mal —por ejemplo arañando el sofá o los muebles — todo para llamar tu atención. No olvides que solamente está buscando la atención a la que estaba acostumbrado. Todo lo que necesita para sentirse importante de nuevo es un poco de tiempo en compañia del centro de su mundo, tú.