A veces me olvido de ti, sí, lo irreal de mis días me cubren totalmente, como si me rompieran un huevo gigantesco sobre los hombros y entonces es cuando siento que las palabras no me llegan, se derriten entre mis pensamientos sin llegar a cuajar, yo las intento atrapar, pero están resbaladizas, llenas de esa rebaba de clara, irreconocibles, difusas, sombrías y sin ningún brillo.
Son momentos entreverados por el irremisible e inevitable acontecer de la vida, esas bofetadas de realidad que te alejan de mí como si fueras algo inexistente… pero no… estás ahí… en silencio… esperando cualquier momento apropiado para escapar y manifestarte entre mis pensamientos. Te tengo en palabras y ellas te transforman y te cubren de magia; así, cuando quiero decir cómo es la tarde que llegó a mí alfombrada de sueños, estoy contigo; también en la penumbra de las horas en las que todo parece palidecer a mi alrededor como si no existiera el sol y solo hubiesen nubes de algodón que de tan blandas se quedan flotando inmóviles sobre ese cielo de cemento gris sobre el que me estanco, y el mundo se detiene esperando un resquicio que les anuncie tu inminente llegada a través de una insignificante nota musical, quizás, o a través de una gota de lluvia que resbala por el cristal de una ventana llorosa; en esos mismos momentos te capturo intacta como una flor de un día y tú, juguetona, me das la espalda y desapareces como un hada que se esfuma dentro de la flor que la contiene… y te duermes de nuevo entre las hojas de los libros, pero siempre queda tu perfume en el aire, intacto y embaucador.
Metamorfosis, Chiado editorial 2017