"Los niños se hacían mayores a fuerza de escuchar."
Todos recordamos, en mayor o menor medida, nuestros veranos de la infancia. Yo recuerdo los míos perfectamente. Aquellos días de vacaciones donde disfrutaba de mi feliz ignorancia de las cosas, de la amistad y de los juegos en la calle, de las largas jornadas en la playa y de los primeros flirteos, el primer amor (¡platónico y finalmente correspondido, oigan!). En "Tú, mío", Erri De Luca nos traslada a esos veranos. En otro tiempo (años 50), en otro lugar (la costa napolitana), pero con las mismas sensaciones, y lo hace a través de unas sencillas y poéticas descripciones que invitan a la reflexión sobre varios temas, como el paso de niño a adulto o las huellas imporrables que el pasado histórico puede dejar en las personas.Nuestro protagonista es un joven de dieciséis años que pasa los días navegando y aprendiendo todo sobre la pesca y el mar de mano de Nicola, un curtido pescador que le habla de todo y de nada, de lo sencillo y lo complicado, de la vida. Las tardes y las noches las comparte con su familia y amigos. Pronto conocerá a Caia, una chica judía extraña y angelical que despertará en él sentimientos desconocidos, una chica que compartirá su duro pasado con él, haciendo que se haga preguntas de difícil respuesta, y es que no estamos ante una historia de mera transición hacia la madurez; estamos ante una historia sobre la carga del pasado y el olvido voluntario y consciente para lograr seguir adelante. En los años 50, la Segunda Guerra Mundial está cerca o lejos, según se quiera ver. Para niños y jóvenes, lejos. Para los adultos, cerca, lo que se percibe en la tensión que hay entre el turimo alemán y los napolitanos, reflejada muy bien por el autor en el día a día de la vida en la costa de Nápoles. Nuestro protagonista empieza a hacerse preguntas sobre ese episodio histórico, quiere saber si los suyos, sus padres, miraron hacia otro lado y fueron cómplices, siendo de los que permitieron que el fascismo controlara Italia, o si por el contrario se opusieron en la medida de sus posibilidades. Pero, a prioiri, ni la familia quiere responder, ni los libros de historia parecen arrojar luz. Sin duda recomiendo esta novela breve (123 páginas) de ritmo pausado, bien escrita, que invita al recuerdo y a la reflexión."Yo era la única persona a la que le interesaban aquellas historias. Después de la guerra, los vivos habían endurecido el silencio, una callosidad en la piel muerta de la guerra. Querían habitar un mundo nuevo. Ya no había rey. Los alemanes solo eran aquel pueblo que venía a pasar las vacaciones en la isla".