Llevamos años de crisis. A la crisis económica le ha precedido una clara crisis de valores que ha supuesto una permanente lucha para la convivencia social. Generosidad, integridad son palabras de difícil conjugación en este contexto que voy a llamar de desubicación
El periodismo además ha sumado una nueva crisis. La de su identidad. ¿Quién es periodista hoy? Las nuevas tecnologías, la redes sociales han confundido no sólo a quienes las han utilizado como canal de convivencia y de información sino a la propia profesión que ha visto invadida sus ámbitos propios y no ha sabido dar respuesta.
Frente a esto, han sido las Facultades de Ciencias de la Comunicación quienes antes han respondido a esta incómoda situación revisando sus planes de estudio, debatiendo las áreas de conocimiento, consultando expertos. Y la conclusión es que no todos por tener un móvil y saber manejar las redes sociales son periodistas sino aquellos quienes saben dominar cualquier soporte multimedia. Dominar es un verbo más profundo de lo que parece. Pero no sólo eso, sino quien tiene una buena formación técnica y humana que le permite desde la perspectiva del otro acercar lo que pasa con sentido de la responsabilidad, honestidad, rigor, creatividad y sobre todo con un anhelo del buscar la verdad que contribuya al bien común y a la transformación del corazón de las personas.
No soy filósofo ni aspiro a ello. Pero tenemos que defender la formación de los periodistas como la única que valida para informar en una sociedad mal informada, sobreinformada y sobre todo saturada de falsos periodistas que sólo buscan la estrellita del reconocimiento personal y no les importa absolutamente nada el bien del otro.
Y os pregunto, ¿todos los que tenéis móviles y manejáis redes, os considerarías ahora periodistas?
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