Ya hemos comentado en alguna ocasión que nos encantan las mantillas, y eso que ninguna somos muy dadas a su uso... De hecho, en alguna ocasión un Jueves Santo hemos llevado tan bello complemento para mostrar el luto por la muerte de Jesús. Y si bien en la última Semana Grande una de nosotras había decidido seguir tan hermosa tradición, un viaje imprevisto (si, si, ese..., el de NY) impidió el estreno de nuevos pendientes y broche comprados para tan señalada ocasión. Y es que el llevar mantilla requiere de su protocolo, ya sabéis. En fín... ¡Ya habrá otra oportunidad!
Pero esta vez nos vamos a referir a la mantilla blanca, más frecuente en fiestas laicas y en corridas de toros. Esa sí que no ha adornado nuestra testa en ninguna ocasión... , aunque ninguna de las dos le hace ascos. Mientras tanto, podemos disfrutarlas como objeto decorativo, una forma mucho más sostenida de deleitarse con su belleza.
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¿Cómo lo veis? ¿Las usaríais en casa o sólo en vuestra cabeza?
Aprovechamos la ocasión para agradecer a uno de nuestros fieles seguidores, Marcos, del blog Cómo disfrutar de tu jubilación, el que se haya acordado de las dos al ver un precioso local en Valencia y pensar que bien podíamos haberlo decorado nosotras. ¡¡En cuánta estima nos tiene Marcos!! Merece la pena echarle un vistazo al enlace.