Tu peor enemigo, tú mismo
Posted by juanmarodriguezcoaching on 1 de septiembre de 2014 · Dejar un comentario
Mirada, entre cortinas, vigilante del enemigo que causa tu bloqueo. Culpables echados al azar que tranquilicen tu neurótica responsabilidad de lo que debería ser hecho y nunca se realiza.
Te rodeas de una muralla con grandes ventanales permitiendo pasar al que viene a no hacer. Reloj parado en la hora futura del mañana, complementan tu agenda sin día que espera ser cumplimentada.
Pasos guardados, evitando caídas. Temores escondidos, distanciados de un éxito que nunca llegará. Sonrisas fingidas que no logran maquillar la preocupación interna del inmóvil.
Compromisos personales que nunca se cumplen, navegan en un mar en calma. Patrón convertido en grumete de su propio barco, esperas siempre el momento de tomar rumbo al lugar de la productividad. Destino que aseguras llegará mañana.
Enemigo interno que se disfraza de palabras cariñosas, rompe la estima del que vendió su alma al ego. Personaje guiado por unos hilos que conducen tus pasos.
Deseas mantenerte en un lugar cómodo, mientras ves pasar los trenes en los que viajan otros audaces. Aquellos locos activos que creen tener claro su sueño. Si al menos, te enviaran una señal; te marcaran el camino a seguir, te dijera alguien de otro mundo por dónde empezar; si aquél ente te comunicara que ese es el camino correcto. Excusas vestidas de terciopelo que calman la inquietud del inerte.
La locura, poco a poco, toma lugar en tu día a día. Tu peor enemigo, tú mismo, consigue conquistar el terreno reservado a la autorrealización, al logro, al éxito, al crecimiento.
Puede que en un ataque de lucidez, algún día, descubras que lo tuviste todo en tus manos; que tenías todas las herramientas necesarias para construir tu propio camino; que el mejor apoyo eran tus propios pies; que la energía para moverte era inagotable siempre y cuando creyeras en ti mismo; que el intento era el primer paso para no hacer; que la opinión de los demás, eran simplemente eso; que nunca te quisiste lo suficiente y te dejaste sabotear por ti mismo.
“Hasta que no te valores a ti mismo no valorarás tu tiempo. Y hasta que no valores tu tiempo no harás nada con él”. (M.Scott Peck)
Te rodeas de una muralla con grandes ventanales permitiendo pasar al que viene a no hacer. Reloj parado en la hora futura del mañana, complementan tu agenda sin día que espera ser cumplimentada.
Pasos guardados, evitando caídas. Temores escondidos, distanciados de un éxito que nunca llegará. Sonrisas fingidas que no logran maquillar la preocupación interna del inmóvil.
Compromisos personales que nunca se cumplen, navegan en un mar en calma. Patrón convertido en grumete de su propio barco, esperas siempre el momento de tomar rumbo al lugar de la productividad. Destino que aseguras llegará mañana.
Enemigo interno que se disfraza de palabras cariñosas, rompe la estima del que vendió su alma al ego. Personaje guiado por unos hilos que conducen tus pasos.
Deseas mantenerte en un lugar cómodo, mientras ves pasar los trenes en los que viajan otros audaces. Aquellos locos activos que creen tener claro su sueño. Si al menos, te enviaran una señal; te marcaran el camino a seguir, te dijera alguien de otro mundo por dónde empezar; si aquél ente te comunicara que ese es el camino correcto. Excusas vestidas de terciopelo que calman la inquietud del inerte.
La locura, poco a poco, toma lugar en tu día a día. Tu peor enemigo, tú mismo, consigue conquistar el terreno reservado a la autorrealización, al logro, al éxito, al crecimiento.
Puede que en un ataque de lucidez, algún día, descubras que lo tuviste todo en tus manos; que tenías todas las herramientas necesarias para construir tu propio camino; que el mejor apoyo eran tus propios pies; que la energía para moverte era inagotable siempre y cuando creyeras en ti mismo; que el intento era el primer paso para no hacer; que la opinión de los demás, eran simplemente eso; que nunca te quisiste lo suficiente y te dejaste sabotear por ti mismo.
“Hasta que no te valores a ti mismo no valorarás tu tiempo. Y hasta que no valores tu tiempo no harás nada con él”. (M.Scott Peck)