"La adversidad es parte de la vida y del deporte, y la manera en la que estemos dispuestos a afrontarla podrá determinar nuestro futuro; lo que es seguro es que, si nos enfrentamos a ella con determinación, tendremos más posibilidades de recuperarnos y salir triunfantes". Así hablaba Pau Gasol, leyenda del baloncesto mundial, en su retirada del deporte. Saber cómo afrontar esas pequeñas y grandes adversidades de la vida, ese volcán propio que desata toda su furia en tu interior cuando se presenta un obstáculo... Esa es la única clave.
Esto no va sobre Gasol ni sobre La Palma. Me gustaría reflexionar sobre la cantidad de dificultades que tienen que afrontan en silencio unos 70.000 españoles que han sido sometidos a una ostomía, un procedimiento quirúrgico por el que se practica una apertura abdominal para que el organismo pueda expulsar al exterior las heces de los intestinos o las sustancias de desecho del sistema urinario, que serán contenidas en una bolsa adherida al abdomen del paciente.
El Día Mundial del Paciente Ostomizado se celebra el primer sábado de octubre, con el fin de concienciar a la sociedad de las importantes barreras que afrontan estas personas, que nos pongamos en su lugar y comprendamos la vulnerabilidad que se experimenta ante un hecho que es la única salida que, en un momento determinado, ha encontrado la medicina para salvar su vida. Es el resultado más visible de una operación para extirpar un tumor o tratar afecciones como la diverticulitis, bastante más habitual de lo que se pueda imaginar.
Tu alimentación varía radicalmente de un día para otro. Al principio ha de realizarse una dieta líquida, llamada a determinar qué alimentos toleras mejor, para ir realizando una transición que permita normalizar el proceso digestivo. Tomas conciencia de la importancia de masticar y deglutir la comida, realizar las ingestas en cantidades moderadas y a horarios regulares.
Como si fuera poco trastorno el evitar diarreas y estreñimientos, añadir una molestia más al aseo personal y superar las dificultades propias que conlleva la convivencia con un elemento extraño adherido, por muy discreto que sea, el ostomizado comienza a experimentar una serie de miedos e inseguridades, ese volcán interior de sentimientos que solo se puede entender desde la propia experiencia.
Lo primero es saber que la ostomía se practica, en la mayoría de los casos, como medio para salvar la vida de los pacientes, y que es esencial la colaboración de quienes vivimos con ellos para que su día a día sea un poco más fácil. La medicina aporta cada vez mejores soluciones, y estos pacientes no tienen por qué soportar una existencia de privaciones, ni mucho menos ser segregados de la sociedad. Dentro de las recomendaciones que realicen los facultativos pueden trabajar, viajar y disfrutar del ocio como lo haría cualquiera.
No es sencillo vivir con una bolsa pegada al cuerpo, como no lo es hacerlo con una prótesis o con una silla adaptada. Por eso es tan importante que creemos conciencia y entendamos la realidad de quienes se someten a este tipo de cirugía, para que puedan contar con mayor apoyo y comprensión. Para que seamos una herramienta más que los lleve a afrontar y superar un proceso que puede suponer una adversidad, pero que es una alternativa para sanar su enfermedad e incorporarse a la sociedad.
Enfermedades como el cáncer enseñan a disfrutar más del momento, de la felicidad que encierran las cosas más insignificantes, a entender que tu vida es tan buena o mala como es la de los demás. Que hay que vivirla sin esperar a llegar a ningún lugar. Tan sólo convive con tu propio volcán: Aunque no lo parezca, todos tenemos uno, y la clave es poder dominarlo.
*.- Fotografías de Inma Torres publicadas en el periódico El País.