Nuestros pensamientos están directamente relacionados con nuestras emociones. El típico bajón, la ansiedad o la depresión se retroalimenta de la importancia y frecuencia de pensamientos negativos que son directamente fruto del mismo.
Es un circulo vicioso muy difícil de romper pero se puede – ejerciendo la presencia:
Aprende a reconocer tus pensamientos más frecuentes – escríbelos y enuméralos. Por ejemplo: “Siempre es culpa mía”, “El mundo va contra mi”…
Ver los pensamientos negativos frecuentes venir, ser consciente en el momento que aparecen y analizar la situación nos ayuda a tomar distancia y de quitarles influencia que ejercen sobre nosotros y nuestro estado de ánimo ese día, ese momento o en una situación especial.
¡Coge las riendas!