Revista Arquitectura

Tubos fluorescentes en la cocina

Por Enrique23

La luz de los fluorescentes

“En la casa de mi amiga todas las habitaciones tenían tubos fluorescentes y había mucha luz; pero la luz era triste. En el salón había una vitrina iluminada, con escopetas de cartuchos y de perdigones y también había un Winchester americano, como el de las películas de indios y vaqueros de John Wayne, que disparaba balas de verdad;  y al lado, la televisión, grande, siempre encendida a todo volumen; había muchos muebles diferentes en el salón, y en toda la casa. Y, a veces, había mucha gente y un perro hiperactivo medio tonto que no sabía cazar y no paraba de ladrar; y una abuela achacosa que se quejaba mucho a la que no dejaban de reñir. Pero, aunque había mucha luz y mucha gente y mucho ruido, la casa era triste. Y la gente también era triste”. (E.R.E. memorias apócrifas)

Tubos fluorescentes en la cocina

En la casa de mi amiga sólo me calmaba la quietud de la cocina que iluminaban unos fluorescentes, mezclando su claridad tenue con los rayos de sol que se colaban por el patio de luces. En la nevera siempre había tetrabricks de vino tinto del malo y yo me aficioné a su sabor fresquito. Así que un día, “reflexionando” las rodillas delante del fregadero en la iluminada cocina, mirando al techo, me di cuenta de que me gustaban mucho las cocinas iluminadas con tubos fluorescentes con ventanas por las que entra el sol tenuemente.

Me gustan las cocinas iluminadas con tubos fluorescentes…

“Creo que me gustan las cocinas iluminadas con tubos fluorescentes…  Me parece una luz rigurosa para el trabajo minucioso. Una cascada lumínica, una “bañera” de claridad para poder ver el detalle que acompaña el conjunto del entorno donde encontrar los utensilios e ingredientes necesarios para la tarea diaria. Cuando esa luz se integra con otras luces matizadoras más cálidas como la luz del sol, u otras artificiales que reproducen su naturaleza, el conjunto es armónico y genera sensación de paz. Y facilita el trabajo…” (E.R.E. memorias apócrifas)
Después de leer esta, aparente, urgente reflexión he despertado de la siesta de media tarde. Todo el texto escrito ha podido ser una lectura difusa o una fantasía o una ensoñación, o un anhelo, que se define como deseo vehemente, siempre con “h” intercalada, consonante escurridiza.

Tubos fluorescentes en la cocina

 Cocina industrial iluminada con fluorescentes. Cuando la luz es abundante y de calidad el ambiente es armónico. Cuando la calidad de la luz y su cantidad es pobre la salud puede quedar afectada.

Mala luz: desorientación, falta concentración…mala leche

En casa de mi amiga no sabían que la luz artificial mala, de mala calidad -igual que el colesterol malo- influye negativamente en la salud. También en el rendimiento intelectual; y que cuando es insuficiente y la calidad es mala, muy mala, puede producir desorientación, falta de atención y concentración, desánimo, cambios de humor y comportamiento, pérdida de memoria, estrés, ansiedad, cefaleas, mareos, falta de energía, fatiga crónica, inapetencia sexual, trastorno afectivo emocional, insomnio, depresión, y mala leche

Tubos fluorescentes en la cocina

Taller de coches iluminado con tubos fluorescentes.

Alguna vez he visto…

Alguna vez he visto como se trabajaba en algún taller de chapistería y pintura, en cocinas de restaurantes, en talleres de mármol, operando solamente con luz de tubos fluorescentes y he pensado: “¡cuánta pobreza!”; “cuánta mala leche se respira”. He pensado en los trabajadores por las condiciones infra-lumínicas en las que trabajan: “qué pena de luz”; “cuánta tristeza”, he pensado después. Además de ser fluorescente, la luz en aquellos lugares era poca y la atmósfera de los locales muy triste. La calidad de la luz y su cantidad nos afectan a niveles neurológicos y fisiológicos y, sobre todo, causan desánimo y tristeza. Y mala leche.

Tubos fluorescentes en la cocina

Restaurante polpular de la costa mediterránea iluminado con tubos fluorescentes.

No me gusta la luz de los fluorescentes…

Me he dado cuenta de que solo me gusta la luz de los fluorescentes en la cocina de casa. Pero no en la cocina de los restaurantes, porque por lo que he visto puede ser escasa, como el espacio mínimo en el que se trabaja.

Tubos fluorescentes en la cocina

Bar de Madrid iluminado por fluorescentes.

… en un bar o en un restaurante, por ejemplo

Alguna vez he estado en un bar iluminado con tubos fluorescente y me ha disgustado. Luz demasiado blanca, anodina, insustancial, fastidiosa.
No me gusta la luz de los tubos fluorescentes en los bares. Menos aún en los restaurantes. Me parece la luz ideal para estropear cualquier momento que aspire a ser agradable. Vilipendia un buen filete o una buena ensalada. O un buen postre. Es desconcertante para el ocio. Es luz que demotiva, aburrida y triste. En un restaurante, el fluorescente resulta ofensivo para el comensal que quiera disfrutar del acto íntimo de comer con gozo y sin interrupción en un ambiente relajado, desmereciendo la calidad de lo ingerido y hasta la de su digestión siguiente.

La luz blanca del fluorescente asusta a la parroquia. Vale para echar la partida de cartas o de dominó. Hasta para sorber el chupito mágico que te conduce por sus efluvios alcohólicos a cualquier parque temático idílico. Sólo los desprevenidos se engañan ante esta luz. El fluorescente está fuera de razón, de sentido y  de toda conveniencia. Es todo un despropósito.

Al margen de la partida y de los chupitos. ¡Nunca más los  fluorescentes en el comedor de un restaurante!

Tubos fluorescentes en la cocina

Antiguo bar del amigo de mi amiga, ya desmantelado. Los fluorescentes del techo no se ven.

El bar del amigo de mi amiga

Un amigo de mi amiga tenía un bar y se empecinaba en mantener las luces fluorescentes blancas en el techo. Por baratura, principalmente. Era un bar de pueblo. Según Wikipedia, un pueblo de  13.110 hab. (2017). Así que un pueblo grande.
El bar era sencillo, de unos 70 m2, con una barra simple, las paredes tapizadas a media altura con listones de pino machimbrados con un barniz claro envejecido o avejentado por los años; el resto estaba pintado en un ocre agradable y poco más. El suelo era de terrazo rojizo gastado y las sillas y las mesas eran también de pino barnizado. El bar era normal y casi acogedor. Pero la luz clara de los fluorescentes blanquecinos nunca me gustó. Tampoco en la cocina, que era muy pequeña.

Tubos fluorescentes en la cocina

Este local se parece mucho al nuevo lugar de trabajo del amigo de mi amiga. A lo mejor es el mismo.

Creo que las tapas que ponía el amigo de mi amiga, con todo su esfuerzo por agradar se diluían a diario en la nada a causa de la anodina luz del bar. Aunque le hablé del tema,  no me entendió y tampoco me atendió. Como no soy su amigo, solo soy el amigo de su amiga, no quise insistir. Al final, el bar tuvo que cerrar porque no tenía clientes. Los que tenía eran viejos parroquianos de chateo barato que bebían mucho y veían poco, y tampoco sabían nada de luces. Y el amigo de mi amiga se fue al paro.
Ahora trabaja de camarero en un bar-restaurante muy cerca de su antiguo negocio. El dueño es un empresario avisado, -más que “prudente, discreto o sagaz”- que se ha adaptado, antes que tarde, a las modas que vienen y ya están. Tiene un local cómodo para la clientela, que despacha todo lo que ahora se busca en un bar moderno y está mucho mejor iluminado que los clásicos del pueblo, sin luz blanca. Han desaparecido los fluorescentes. Los ha cambiado por modernos LEDs.

Conclusión

Mi amiga hace tiempo que vive en una casa con tubos fluorescentes solo en la cocina, y los quiere quitar. En un arresto de modernización, en el resto de su casa han sustituido las antiguas bombillas y ahora todo lo ilumina la tecnología LED.
A mí, los fluorescentes siguen gustándome y disgustándome en la medida ya declarada. La mayoría de nosotros despide sin conmiseración al neón de los fríos fluorescentes en el conjunto de los espacios públicos. Y también en las cocinas. El sentir popular se vuelca a favor de las nuevas tecnologías de la luz. En este asunto hay que ser popular o popularista, que es lo mismo en términos comerciales, y mirar a lo práctico. Viva la revolución lumínica. ¡Viva el led! O lo que venga…

Referencias.-

Luminaria fluorescente (Wikipedia)

Efectos de la luz artificial sobre la salud (WEB Green Facts)

Iluminación fluorescente y salud (Informe Greenpeace)

Textos Urban Idade (E.R.E. Memorias apócrifas 2007-2018 )

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