En casa somos fans de la bañera Flexibath. Escribí sobre ella hace dos años (en esta entrada) y aún hoy la seguimos usando para bañar a Hermano Mayor. En una casa como la nuestra, con un único baño en el que no cabe un cambiador con patas y con un plato de ducha de difícil acceso, a día de hoy sigue siendo la solución más práctica. Sin embargo, como expliqué en aquella entrada, creemos que la Flexibath es una bañera de segunda edad, es decir, idónea para bebés que ya se sostienen sentados sin ayuda. Teníamos la opción de bañar a Bebé en un cambiador tradicional, instalado en algún dormitorio, con el método de traer y llevar cubos de agua, que es lo que hicimos con el Primero, pero nos daba tantísima pereza que decidimos apostar por la famosa bañera-barreño: la Tummy Tub.
Todas las opiniones que había escuchado o leído sobre la bañera Tummy Tub era buenísimas, por eso fue la primera compra que hicimos. Mi opinión sobre ella, después de tres meses de uso (que se cumplen mañana), no es tan positiva: no me acaba de convencer.
Durante las primeras semanas fuimos incapaces de usarla, no nos hacíamos con ella. Con un bebé recién nacido, que en cuanto le pones vertical se hace un higo, tenerle ahí dentro sin que se ahogara resultaba complicado. Al sentarle, se iba para abajo, claro, la tendencia era a ponerse completamente en posición fetal, con lo que había que estar sujetándole a cuatro manos para que no se fuera para el fondo y/o se le cayera la cabeza hacia delante. A los pocos usos decidimos aparcarla hasta que se sostuviera mejor y utilizamos la Flexibath, tumbándole sobre uno de nuestros brazos, al modo tradicional.
A partir del mes y algo, cuando ya tenía más fuerza en la espalda y en la cabeza, retomamos su uso. En los vídeos que hay sobre la bañera se suelen ver bebés inquietos que en cuanto les meten dentro se quedan fritos. Nosotros debemos tener al único bebé que le pasa justo al revés: es meterle dentro y se pone súper contento, pero tanto tanto que desde el mes y medio se pone de pie y desde los dos meses y medio hay que estar pendiente porque es capaz de tirarse fuera de cabeza, que pega unos saltos como los salmones remontando el río. Sentado ya no hace falta casi estarle controlando para que no se ahogue, pero el tema de los movimientos que hace hacia fuera produce que haya que estar tan pendiente o más que antes.
Además, como entretenimiento no está mal, pero lo que es para lavar a un bebé, es incómoda como ella sola. No queda apenas espacio para meter las manos y cuando le lavas la cabecita acabas echando todo el agua fuera, por lo que tenemos que colocar una toalla en el suelo para que empape. La postura también resulta incómoda, nosotros la instalamos en el suelo del baño o en el plato de la ducha y para usarla yo tengo que estar en cuclillas, no hemos encontrado ninguna mesa en la que quede bien de altura ni ningún otro sitio donde pudiera quedar más alta sin poner en riesgo la seguridad.
Se supone que la bañera es excelente para los cólicos pero no hemos apreciado nada y eso que Bebé hasta pasados los dos meses ha sufrido unos gases terribles. Pues ni un pedete se ha tirado allí dentro ni hemos notado que le relajara lo más mínimo.
En cuanto al tamaño, el barreño en sí, una vez vacío, resulta un poco trasto, por lo que la tenemos por ahí rondando porque no tenemos hueco en ningún armario para guardarla. Sin embargo, una vez con el bebé dentro se ve que es pequeña, no entiendo que esté indicada en teoría hasta el año de edad porque mi hijo en nada la va a dejar pequeña.
Su precio está entre los 24 y los 30 euros, según donde la compres. Se puede encontrar en muchas tiendas físicas y online.
Lamentablemente no la puedo recomendar. En caso de problemas de espacio, como los nuestros, puede estar bien, pero me parece muchísimo más práctica la Flexibath y además no ocupa nada plegada.