Se acerca la Navidad y, como ya sabréis, las plazas de las ciudades y las callecitas de los pueblos se llenan de feriantes y artesanos. Este fin de semana he estado en un mercadito navideño que se celebra cada año en Alaró, un pueblo mallorquín. Algunos de vosotros ya sabéis que además de turismóloga, también me considero artesana y, a menudo, voy a vender mis cositas en ferias gremiales y artesanales.
Poder participar activamente en estas ferias y aportar mi granito de arena para que éstas no desaparezcan, me permite observar el perfil de las personas que frecuentan este tipo de eventos. Y por defecto profesional, analizo el potencial que tienen estos mercaditos en el mundo del turismo.
El perfil de las personas que asisten a estas ferias artesanales es muy variado pero tienen varios aspectos en común. Son personas que valoran el handmade y que están dispuestas a pagar un poco más por conseguir algo único y original. Se interesan por el material con el que trabaja el artesano, suelen ser curiosos y tienden a hacer preguntas que el artesano está encantado de contestar. En general, son personas amables y con gustos peculiares. No les gusta la producción en masa, prefieren artículos únicos e irrepetibles. A menudo, participan en el diseño sugiriendo ideas cercanas al complemento perfecto que ellos imaginan e idean en su mente.
Existen 3 ventajas muy claras que se relacionan directamente con los 3 factores más importantes para que se dé una experiencia turística completa. Estos factores son:
- 1. Residente. Se activa la economía local. El residente se beneficia directamente del gasto que el turista destina a compras.
- 2. Destino. Se practica un turismo sostenible: sano y respetuoso. El turista tiene la oportunidad de experimentar y conocer lo más auténtico del destino. A través de estos mercaditos y ferias, el turista puede conocer la personalidad del destino y saciar la curiosidad del eterno viajero. Se fomenta el respeto por la cultura local y permite que el destino conserve su identidad.
- 3. Turista. Aumenta el grado de satisfacción del turista. Este tipo de práctica facilita la convivencia inevitable entre el turista y el residente. Ambos se benefician, sin intermediarios. El turista es bien acogido y se siente a gusto.
Estos 3 factores siempre deben tenerse en cuenta a la hora de planificar la experiencia turística y se tiene que conseguir un equilibrio armónico entre ellos.
Siempre digo que, como turismóloga, no creo en los destinos sin personalidad ni en modelos que no consideran la dignidad de las personas. Soy partidaria de un turismo sostenible con el territorio, responsable con el visitante y respetuoso con el residente. El tipo de turismo que predico hoy cumple con los requisitos que yo considero necesarios a la hora de contemplar y practicar un turismo sano.
Y aquí termina mi reflexión. He tratado de relacionar 3 de mis grandes pasiones en este post: turismo, blogs y artesanía. Y he querido hacerlo dentro de un contexto “navideño” precisamente para desearos unas felices fiestas y un feliz comienzo de año.