Imagen del Costa Concordia, varado junto a la isla de Giglio
(Fuente: que-es)
Lo cierto es que uno de esos barcos, con hasta 4.000 pasajeros a bordo, es una lluvia de dinero para los puertos y ciudades donde recala durante unas horas, o durante una jornada entera. Los que ofrecen tours turísticos para visitar las principales atracciones de la ciudad; el comercio en general, y el negocio hostelero (bares, restaurantes) en particular; los que alquilan vehículos (automóviles, bicicletas, ciclomotores,...); todos bendicen la llegada de un nuevo barco de crucero a puerto. En algunos lugares más pequeños (Juneau o Ketchikan, en Alaska, son un buen ejemplo) incluso algunas tiendas cierran cuando el barco del día leva anclas y se va.
Las rutas más frecuentadas incluyen al Mediterráneo (España, Francia, Italia, Grecia, Turquía, Malta, Norte de África,...) y al Mar Caribe, seguidas por los cruceros en el Báltico, por Southeast Alaska y por el Sudeste Asiático.
Al hilo de este crecimiento del subsector principal (grandes buques con muchos viajeros), ha aflorado también el mercado de los cruceros alternativos (veleros de lujo por la Polinesia, con poquitos viajeros; barcos con unos pocos camarotes, para ser alquilados por una familia o un grupo de amigos) y se ha reforzado el de los cruceros fluviales (por el Rhin, el Danubio, el Nilo,...).
Parque de Bomberos, Ponce, Puerto Rico
(JMBigas, Agosto 2000)
El Fascination, atracado en Charlotte Amalie, St. Thomas,
US Virgin Islands
(JMBigas, Agosto 2000)
El Fascination, barco de crucero de Carnival Cruises, atracado frente a
Philipsburg, St. Maarten, West Indies
(JMBigas, Agosto 2000)
Y es que hay que reconocer que un Crucero es un tipo de viaje muy atractivo. Se trata de una estancia en un hotel de lujo con todas las comodidades, que, además, se desplaza entre diversos destinos. Te permiten tomarte unas fotos en Mónaco, poner un pie (poco más) en Roma, conocer las Ramblas de Barcelona (o hacer un acelerado Tour Gaudí), bañarte en una isla griega, ver el Ermitage de San Petersburgo (por fuera o poco más), comprar un (falso) colmillo de morsa en Juneau (Alaska) o un Rolex falsificado (pero que da el pego a más de cinco metros) en las tiendas de Philipsburg, St. Maarten.
Son visitas de poca profundidad, pero que permiten conocer lugares en los que muy probablemente jamás podremos planificar una estancia. Bueno, los cruceros son un tipo de viaje, con sus atractivos, sus ventajas y sus inconvenientes.
Plaza en Marigot, St. Martin, French West Indies
(JMBigas, Agosto 2000)
El barco de cruceros Fascination, atracado en Roseau, Dominica
(JMBigas, Agosto 2000)
Ruinas de la gran erupción de 1902, en St. Pierre, Martinica
(JMBigas, Agosto 2000)
Estos días, los cruceros están en la portada de los noticieros por el desgraciado accidente del Costa Concordia (una enorme Catedral del Mar), en las costas toscanas de la isla italiana de Giglio, entre Livorno y Civitavecchia. Cuando escribo estas líneas, el barco está escorado sobre uno de sus costados, recostado en un escalón marino que bordea una caída de más de 70 metros, a muy poca distancia de la pequeña isla de Giglio. Oficialmente, ya ha habido seis fallecidos y quedan todavía 14 desaparecidos. Según todos los indicios, el accidente se produjo por una negligencia del capitán y la tripulación (un barco de ese tamaño nunca debería haberse acercado tanto a las costas de la isla) y, además, los protocolos de emergencia funcionaron bastante malamente, de acuerdo a las quejas masivas de los pasajeros supervivientes.
Según le escuché a uno de los pasajeros esta mañana en la radio, el ejercicio (obligatorio) de simulacro de emergencia estaba previsto para el día siguiente al accidente. Que también es mala suerte.
Seguiremos las noticias para conocer el balance final de víctimas y si resulta posible reflotar y reparar el barco, o se va directamente al fondo del mar. Y también la suerte del capitán, actualmente arrestado y que parece ser el principal responsable del desastre.
Bahía de Fort-de-France desde Balata, Martinica
(JMBigas, Agosto 2000)
Ejercicio de toalloflexia realizado por la tripulación, en el camarote
del Fascination.
(JMBigas, Agosto 2000)
Archer's Bay, St. Lucy Parish, Barbados
(JMBigas, Agosto 2000)
Mi experiencia con los Cruceros en estos macrobuques se limita a un viaje que pude realizar por las Antillas Orientales, partiendo de San Juan de Puerto Rico, en Agosto del 2000, a bordo del Fascination, de la compañía Carnival Cruises. Un buque ciertamente grande, pero alejado de los gigantes que han aparecido por los mares del mundo estos últimos años. Con capacidad para 2.052 pasajeros (la mitad que el hundido ahora en las costas italianas).
Matriculado en Jacksonville, Florida, la gran mayoría del pasaje era estadounidense (curiosamente, una buena parte de ellos afectados de obesidad mórbida), el dólar era la moneda a bordo, y el inglés el idioma de conveniencia.
Un barco de cruceros de este tipo es un hotel gigante con actividades las 24 horas del día, donde se puede comer (y/o beber) de alguna forma a cualquier hora del día o de la noche. La actividad sólo decrece un poco cuando está atracado en algún puerto (la mayoría de viajeros bajan a tierra). En muchos puertos atracan en tierra firme (se puede embarcar o desembarcar mediante una simple escalerilla o pasarela) pero en otros lugares debe atracar en medio de la bahía, si los fondos marinos no permiten otra cosa. Entonces hay que recurrir a barcas pequeñas para gestionar el embarque y desembarque del pasaje.
Cubierta acuática del Fascination
(JMBigas, Agosto 2000)
A bordo acostumbra a haber una cubierta acuática, en torno a una gran piscina con varios bares y centenares de tumbonas. Y también una cubierta deportiva, donde los más aficionados pueden realizar sus ejercicios de gimnasia o de jogging, o incluso algunos hoyos de Mini Golf. También hay un Gran Teatro (al menos), donde se programan diversos espectáculos durante la travesía. Y un Casino con cientos de tragaperras y otros palpadineros, activo día y noche.
El régimen de los viajeros acostumbra a ser de Todo Incluido, pero siempre hay extras a pagar (el vino en las comidas, las copas,...) lo que se hace durante el viaje con la tarjeta de pasajero del buque, y se paga de verdad al final de la travesía con alguna tarjeta de crédito, o en efectivo.
Los pasajeros son bombardeados continuamente con las diversas actividades (de pago) en tierra durante la siguiente escala: excursiones, tours, visitas, alquiler de vehículos,...
Los horarios son estrictos. Para la comida y la cena, a cada cual le asignan un turno, lo que representa una pequeña horquilla horaria para acercarse al comedor (que obviamente no tiene capacidad para todos los pasajeros al mismo tiempo). Las horas de partida del puerto hay que respetarlas escrupulosamente, ya que el barco no espera a los rezagados, que se exponen a infinidad de problemas si no están a bordo a la hora requerida.
En el crucero que realicé, prácticamente todos los días se atracaba en algún puerto por la mañana, y se partía por la tarde/noche. Pero, a la vuelta hacia San Juan, pasamos un día entero de navegación por el mar, que es cuando aprovechamos a fondo para conocer todos los rincones desconocidos del barco.
Así, en una semana de crucero, pudimos pisar (y conocer algo) de Charlotte Amalie, en St. Thomas (US Virgin Islands), incluyendo una subida en teleférico a Paradise Point; de St. Maarten/St. Martin (una isla que la mitad es holandesa y la otra mitad francesa); de Dominica (un paraíso natural); de Martinica (uno de los DOM/TOM - Domaines d'Outre-Mer; Territoires d'Outre-Mer - de Francia), donde los taxistas me decían que yo hablaba francés como los de París; de Barbados, incluyendo un descenso al fondo del mar en el minisubmarino turístico Atlantis.
En la cubierta deportiva del Fascination
(JMBigas, Agosto 2000)
Y también, claro, me permitió recorrer algo la isla de Puerto Rico (punto de partida y regreso del crucero): San Juan, Ponce (al sur de la isla), el Parque Nacional El Yunque (donde nos llovió al menos cinco veces en las tres o cuatro horas que duró la visita), vistas de los islotes de Vieques y Culebra.
Salvo Puerto Rico (donde tuvimos varios días para conocer bastante bien la isla; incluso pudimos cenar una noche con unos primos lejanos de mi padre), cuando digo que conozco el resto de lugares en los que paramos, siempre especifico que durante la escala de un crucero, para que nadie se lleve a engaño. No empiezas a conocer de verdad un lugar hasta que has pasado (al menos) una noche allí, hasta que has visto amanecer sobre el horizonte o sobre los tejados de la ciudad.
Pero los cruceros ofrecen una alternativa, en general bastante económica (especialmente en estos tiempos de crisis), y sólo ligeramente devaluada respecto a estancias más convencionales. De algunos lugares, jamás conoceremos más que lo que pudimos ver en esas escasas horas. Otros se nos grabarán en la retina, y pararemos unos días allí en cuanto podamos.
La mayor parte de esas travesías se desarrollan sobre mares tranquilos, donde el barco apenas se balancea, aunque siempre cabecea un poco cuando está en movimiento, y eso se nota al andar por los pasillos, ya que el suelo se aleja de nuestros pies al ritmo del movimiento del barco. Pero también es frecuente que haya alguna parte de la travesía mucho más movida (porque se desarrolla en aguas más abiertas, o porque el tiempo meteorológico es menos plácido). En esos días, es normal que la mayoría del pasaje deserte del buffet del desayuno, y prefiera digerir sus penas y sus mareos (que les dejan la cara de color verde oliva) en la intimidad del camarote.
El desgraciado accidente del Costa Concordia debería contribuir a recuperar el respeto que, a menudo, se le pierde al medio marino. Por eso es obligatorio practicar un simulacro de emergencia, liderado por los diversos integrantes de la tripulación, para que todos los pasajeros conozcan lo que deberían hacer en el caso de un incidente grave como el que le ha sucedido a este barco en las costas de la isla italiana de Giglio. En el Costa Concordia no hubo simulacro, sino que se pasó directamente a una situación real de emergencia, que se resolvió, por lo que parece, con nota de suspenso.
No hay nada en este mundo que carezca por completo de algún riesgo.
JMBA
publicado el 26 octubre a las 18:21
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