La prohibición de las madres de alquiler tanto en España como en casi toda Europa, no es óbice para que las parejas con problemas de infertilidad busquen, a veces de formas desesperada la manera de tener un niño. Según expertos, el 15% de las parejas españolas tiene algún tipo de problema de fertilidad, algo que está muy relacionado con la edad media de los futuros padres, los 36 años.
Pese a la ilegalidad, en nuestro país no es extraño encontrar mensajes en foros y páginas de anuncios, de mujeres, sobretodo extranjeras, ofreciéndose como madres de alquiler. La demanda existente por parte de muchas parejas y la crisis, ha generado una amplia y variada oferta. Lo difícil de adoptar en España por lo costoso, las listas de espera y sus complicaciones, es un motivo más por el cual cada vez son más las parejas que se deciden por el alquiler de un vientre. Según fuentes médicas, los solicitantes son, en la mayoría de los casos, matrimonios que no pueden tener hijos porque la mujer carece de útero, aunque no es extraño encontrar también parejas de gays y lesbianas o solteros con el deseo de ser padres.
Para alcanzar su sueño progenitor, los solicitantes se encuentran con una variada oferta a las que aferrarse, entre las que se encuentran, contestar uno de esos mensajes que pueden encontrar en las paginas de anuncios o foros en Internet, ir a países como Estados Unidos donde la practica esta legalizada o bien hacerlo en países en desarrollo como la India. Lo costoso que puede resultar optar por la vía estadounidense, sobre los 40000 euros, los problemas legales que podrían encontrarse al optar por la vía de responder a unos de los anuncios de nuestro país, deja como casi única salida el turismo medico a la India, donde aparte de estar legalizada la practica, esta controlada por clínicas y el costo puede rondar los 10000 euros, algo más asequible para las mayorías de parejas. Es por eso que la India está recibiendo a numerosos turistas de la fecundación in vitro de Europa y Gran Bretaña.
Numerosas mujeres de bajo nivel económico de este país se ofrecen como madres de alquiler, recibiendo entre 3000 y 5000 euros. Hay dos formas de madres de alquiler: las que utilizan sus propios óvulos fecundados por el padre y las que incuban el óvulo de la pareja fertilizado, o el ovulo de una tercera fecundado con el esperma del hombre, de manera que el niño no tiene conexión biológica con ella. Las mujeres que alquilan su vientre no saben para quién trabajan. En realidad las preguntas e investigación de los futuros padres de la criatura, por parte de las clínicas que negocian el vientre de alquiler, a parte de evitar listas de espera, pone en peligro al bebe, ya que un pederasta, podría perfectamente realizar un encargo sin mayor complicación.
Dejando de lado el aspecto trágico que puede adquirir el asunto, si pensamos en que cualquiera puede encargar un niño en países como la India, podemos entender también dicha practica, como explotación de las necesidades de los países pobres. Sin duda el dinero que ganan las madres de alquiler es una importantísima ayuda en sus economías domesticas, pero no deja de plantearnos una profunda cuestión ética, el hecho que sean los países ricos y desarrollados quienes se aprovechen de las deficiencias de personas que en otras circunstancias no accederían a tal trato.
No hay que olvidar también, que en otros países pobres, donde es ilegal los vientres de alquiler, se han creado verdaderas mafias de la gestación, ofreciendo madres de alquiler, o directamente la venta de niños, a ciudadanos de países ricos. En estos casos los engañados pueden ser los deseosos futuros padres, pues tras abonar la cantidad exigida se pueden quedar con que todo no ha sido más que un engaño para sacarles el dinero.
Tal vez la solución pase por la legalización y regulación de las madres de alquiler en España y el resto de Europa. Normalmente las prohibiciones no hacen más que generar más desgracias de las debidas, donde unos se aprovechan de las necesidades de los otros, y donde los verdaderos perdedores pueda darse el caso que sean los más inocentes, los niños.