A Tussam ya se la conoce en Sevilla como el Fundador, porque está como nunca. Y más ahora que se han desatado los nervios y todo se reduce a un simple relación causa efecto. “Adolfo” Arizaga ni siquiera es capaz de implantar unos criterios mínimos que garanticen el funcionamiento de la empresa, aunque sea en precario, y la empresa corre serio peligro de estancarse en un lodazal sin sentido que impide que se pueda prestar el servicio tan importante y decisivo para la ciudadanía que tiene asignado. Ésa es la cruda realidad a la que conduce la nefasta gestión de este individuo.
Prueba del descontrol absoluto y la falta de sentido empresarial y de eficacia que impera en la empresa de transportes urbanos de la ciudad es el hecho de que ayer, como consecuencia de unas declaraciones a la prensa del candidato socialista Juan Espadas en las que criticaba la gestión de la compañía, se convocó a una reunión por la tarde a los directivos, esos que todavía no se han bajado el sueldo millonario que perciben, para tratar a fondo el asunto. Como si no hubieran tenido tiempo hasta ahora para arreglar lo que sea.
Está claro que la desesperación es el peor de los incentivos para dirigir una empresa pública de la que viven más de mil familias y que estos señores sólo se mueven cuando se les toca la faltriquera. Con semejante panda de dirigentes se torna en una misión imposible enderezar el rumbo de una empresa que se precipita por el barranco de la desidia y de la ineptitud.
Bastó que Juan Espadas dijera que "los números que ahora tiene la empresa y que exigen unas subvenciones cuantiosas reflejan que la gestión de Tussam no ha sido la correcta. Ahora hay que elaborar un plan en el que participen todas las partes, desde el Ayuntamiento y la Junta hasta los trabajadores que deberán redefinir su convenio” para que el ínclito Arizaga se pusiera de los nervios y convocara a los suyos a toque de corneta para componer un gabinete de crisis tan inútil como el conjunto de su gestión al frente de la compañía.Ideas, lo que se dice ideas, no es que le sobren.
Y eso que Espadas no sabe todavía lo que está sucediendo en Tussam con el Sistema de Ayuda a la Explotación, encargado de conocer en cada momento la situación en tiempo real de la flota, que se cae más que un cojo sin muletas. O los magníficos resultados que está proporcionado el nuevo sistema informático de gestión, que habrá costado una millonada, y que ha sido el artífice de que los empleados de la administración tengamos que retrotraernos de nuevo al ábaco, el lápiz y la goma de borrar. Todo un símbolo del avance de los tiempos que ha conseguido que tengamos que poner el “modo manual on”, o lo que es lo mismo, tirar de la cuenta de la vieja para intentar cuadrar las operaciones administrativas cotidianas haciendo filigranas contables.
Quizá Arizaga haya solicitado a la pléyade de colaboradores argumentos que justifiquen que, mientras los usuarios esperan pacientes en las paradas hasta llegar a la irremediable conclusión de que lo mejor es coger el vehículo privado, los autobuses se acumulen estacionados en los puntos de relevo por falta de conductores. Si lo consigue, cosa que dudo dado que la oratoria no es su habilidad más notoria, le quedaran aún por explicar otras muchas decisiones incomprensibles que han conseguido tener a la empresa permanentemente en el foco de los medios y no para recibir loas y parabienes precisamente.
Seguro que ahora, ante el giro que han tomado los acontecimientos en los últimos días, el servil Arizaga no tendrá inconveniente alguno en proporcionar a Juan Espadas la misma documentación que antes le negó por activa y por pasiva. Una muestra más de la independencia y solvencia intelectual de este incomprendido crack de las finanzas de fama internacional.