Revista Comunicación

Tussam, cuestión de voluntad

Publicado el 16 diciembre 2010 por Jackdaniels

Es muy fácil tomar decisiones drásticas cuando el bolsillo que se ve afectado no es el tuyo. Lo hace el gobierno, últimamente a diario, cuando sube la luz un 10%, a pesar de que ya había subido un 7% durante este año, cuando anuncia que se va a ampliar el período de cálculo de las pensiones de quince a, probablemente, 25 años, cuando pretenden alargar la edad de jubilación más allá de los 65 años y, ya de paso, recortar las prestaciones. No se pueden efectuar los recortes sociales siempre en el lado más débil y dedicarse a contemplar atónitos desde sus púlpitos inalcanzables cómo se derrumba el edificio que tanto costó levantar.

Mientras ellos, los políticos, siguen disfrutando de sus sueldos de privilegiados y sus jubilaciones excelsas sin importar ni tiempos ni períodos de cotización. Es el premio a obedecer sin rechistar las imposiciones de los únicos que sacan tajada de este inmenso negocio y que son en definitiva quienes manejan el cotarro. Incluso si en el negocio están en juego las vidas de miles de seres humanos.

Es cierto que la verdadera democracia es comer tres veces al día, pero también lo es que no nos podemos conformar con eso. La democracia no debe ser un instrumento para perpetuar castas de privilegiados y menos con el dinero de todos. Que le pregunten si no a los bancos.

En esa línea de hacer y deshacer a su antojo con el dinero que sale del bolsillo de los contribuyentes, el Consejo de Administración de Tussam aprobó el miércoles un presupuesto para 2011 que contempla una reducción en los salarios del 5%.

Ni que decir tiene que se hizo unilateralmente, con las negociaciones rotas desde no se sabe cuándo, el clima de relaciones laborales más el helado que el refrigerador de un pingüino y cuando todavía resuenan los ecos de la denuncia pública efectuada por FACUA acerca de la falta de transparencia, cuando no intención descarada de engañar, de la empresa en relación a proporcionar datos sobre los sueldos de los altos cargos y los recortes que por ley se deberían haber aplicado desde antes del verano. Se niegan a demostrar que cumplen con la ley y pretenden incumplirla en lo referente al recorte salarial a la plantilla. Así son, para ellos siempre el ancho del embudo.

Por supuesto, además pretenden recortar la plantilla e incumplir el acuerdo del Pleno del Ayuntamiento de ofrecer una salida a los más de ochenta compañeros eventuales actualmente en paro.

En esa reunión del consejo, un representante del comité de empresa manifestó estar dispuesto a “abrir la puerta a alcanzar esta cifra de recortes”, según publicó El Correo de Andalucía, siempre que pase por el consenso de la negociación colectiva. El grupo de Izquierda Unida se manifestó en el mismo sentido.

En mi opinión, habría que contextualizar y matizar con precisión la cuestión de un posible recorte salarial, porque una cosa es la solidaridad y otra muy distinta otorgar un cheque en blanco a alguien que por naturaleza es un despilfarrador. En primer lugar habría que considerar que la plantilla de Tussam tiene el sueldo congelado desde el 2009, cuestión esta que habría que tener en cuenta.

Por otra parte, y dados los antecedentes de la gestión practicada, la dirección de la empresa ha de demostrar con pruebas incontestables cuáles son realmente sus sueldos y qué recortes se han aplicado a los mismos. Además sería requisito imprescindible la realización de una auditoría a fondo en las cuentas de la empresa realizada por una empresa de solvencia y verdaderamente independiente, no vaya a ser que a alguien le haya dado por cargar en las cuentas de la compañía facturas de gastos médicos particulares, por poner un ejemplo.

Y por último, los trabajadores deben conocer con todo detalle a qué se va a destinar el dinero resultante de la aplicación del recorte. Por ejemplo, esa cantidad jamás podría estar destinada a la satisfacción del último capricho del Alcalde, aunque sería otra cosa si se empleara en la creación de empleo para contratar a los eventuales.

Con esas condiciones, o con otras parecidas y con la misma transparencia, y por supuesto siempre negociadas y supervisadas con los representantes de los trabajadores, el recorte tendría visos de viabilidad. Si no, estaremos ante otro intento camuflado para viciar las relaciones laborales de la empresa, crear conflicto donde no lo hay y, de paso, que algún político con futuro incierto tenga un arma poderosa entre las manos a la hora de despejar la incertidumbre de dicho futuro.

Como casi todo en la vida, lo de Tussam es cuestión de voluntad.


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