Revista Cine
Si exceptuamos 8 1/2 (1963), acaso no exista película más fellinesca que Los Payasos (I Clowns, Italia-Francia-RFA, 1970), décimo-primer-y-medio largometraje del genio de Rimini. En ella, Fellini se muestra en estado puro: desbordado, generoso, autoindulgente, vulgar...
Originalmente realizada para la televisión italiana, Los Payasos está dividida claramente en tres partes. En la primera, Fellini nos muestra sus insuperables reminiscencias (¿o invenciones?) infantiles, como la primera vez que entró a un circo y cómo se asustó con los payasos, además de sus recuerdos de otros payasos sin maquillaje que andaban sueltos en su pueblo: un maniático oficial fascista, un tonto inofensivo y balbuceante, los choferes que se insultaban a grito abierto todos los días, el ridículo y autosuficiente jefe de la estación ferroviaria y hasta una monja enana "que vivía entre el convento y el manicomio".
En la segunda parte, mucho más convencional, vemos a Fellini y a su reducido equipo de producción realizando un documental sobre los payasos, con todo y extensas entrevistas a célebres clowns retirados o en activo. La tercera parte es la representación fílmica, pero en la pista de un circo, de la muerte de un payaso, entendida, de hecho, como la muerte de la vieja tradición circense y sus payasos clásicos.
Los Payasos es, claramente, una obra de experimentación en la filmografía fellinesca: si sus primeros minutos nos remiten a su posterior obra maestra Amarcord (1973), el resto del filme parece una suerte de entrenamiento para la realización de La Entrevista (1987), una de sus últimas obras mayores.
Los Payasos se exhibe hoy miércoles en la Cineteca Nacional a las 18 horas y mañana jueves a las 20:30 horas.