Revista Cultura y Ocio

Tuvimos que hacer malabares

Por Aceituno
Daniel Ramos

Siento que son pocos los homenajes que le hago. Ahora se amontona el amor, queremos recuperar el tiempo perdido y anticiparnos para cuando yo no esté y entonces vivimos un cuento de hadas, un amor puro e intenso, sin discusiones, con un respeto absoluto y entregados a la causa, cada uno a la del otro. Es precioso y emocionante, excitante y simpático. Un AMOR con mayúsculas, un amor convencido de amar, que quiere amar y ama, que no se esconde ni se reprime, que ni se excusa ni se miente. Nada más y nada menos que la sencillez y la complejidad, unidas para fabricar este amor gozoso que percibimos con los cinco sentidos las veinticuatro horas del día.

Me gustaría poder volver a la época en que no estaba enfermo para corregir algunos deslices cometidos. A veces es como si esa época perteneciese a otra vida, como si el “yo” que la vivió se hubiese muerto y entonces lo veo todo con una claridad que me espanta. Soy capaz de percibir la cantidad de cosas que hice mal y, sobre todo, la cantidad de tiempo que malgasté. Es increíble lo larga que es la vida. Solemos decir que es corta, pero a mí no me lo parece en absoluto. Basta una mirada al pasado de cada uno para darse cuenta de que hemos vivido muchísimas cosas y hemos tenido muchísimas ocasiones de reparar los errores cometidos y de disfrutar situaciones concretas.

Por eso me duele haber malgastado mi tiempo. Eso es imperdonable. Actualmente hay muchas horas que no tengo más remedio que malgastarlas porque soy incapaz de hacer nada más, pero cuando estaba bien no había excusas para ello. Tendría que haber besado más. Más abrazos y más tequieros. Mucho más de todo lo que hay. Las horas muertas en soledad están bien, por supuesto, pero en su justa medida. Yo he pasado muchas horas muertas en soledad que han sido pura pereza, que no me han enseñado absolutamente nada y que odio recordar. Cada vez que abrazo a mi chica me doy cuenta porque estando junto a ella todo tiene sentido y aunque estemos simplemente en silencio tomados de la mano, sin hacer nada más que navegar cada uno en su propio mundo, ya es más que suficiente para sentir que aprovecho mi tiempo porque estoy sintiendo, estoy poniendo en funcionamiento mi corazón y lo estoy percibiendo con claridad.

Quien no siente ni padece mal va. Hay que poner a trabajar a las neuronas, también a las del alma y a las del corazón en pos de una vida saludable y plena, una vida que pueda sentirse orgullosa de ser una vida con todo lo que conlleva. Una vida que huya de la mediocridad, que busque formas diferentes de hacer las cosas, que explore su lado creativo y lo exponga al mundanal ruido, que se divierta y ame como si solo tuviese una ocasión de hacerlo y que no se acobarde ante las otras vidas que intentarán joderla.

Hay que vivir una vida estupenda y gloriosa, sincera y honesta.

Con eso ya será suficiente para sentirnos bien el día que nos detecten un cáncer y no necesitaremos espejos trucados para mirarnos en ellos y darnos cuenta de que tuvimos que hacer malabares para seguir siendo nosotros mismos.

Yo, a pesar del tiempo malgastado, debo reconocer que tuve una vida plena. La prueba de ello es la presencia y la fuerza de mi chica que cada vez está más cerca de mí a pesar del infierno que nos ha tocado en suerte. Gracias una vez más por todo, por estar, por seguir, por permanecer, por continuar y por no irte jamás.


Tuvimos que hacer malabares


Volver a la Portada de Logo Paperblog

Sobre el autor


Aceituno 1211 veces
compartido
ver su perfil
ver su blog

El autor no ha compartido todavía su cuenta El autor no ha compartido todavía su cuenta