Revista Opinión

TV3 y la economía en colorines

Publicado el 11 octubre 2015 por Miguel García Vega @in_albis68

El pasado domingo, TV3, la televisión pública de Catalunya, estrenó en horario de máxima audiencia un programa sobre economía, Economia en colors. Es una serie, y el primer capítulo se tituló “Blau. El fals nou” (Azul. El falso nueve). Me ha parecido un programa muy bien hecho: bien realizado, dinámico, no aburre y Sala i Martín, el economista experto que lo protagoniza, demuestra su talento comunicativo.

También creo que una televisión pública no debería emitir un programa como ese.

Vale, en Catalunya entre el Barça de Guardiola y El Procés llevamos una racha de años seguidos en los que somos el centro del mundo, así que ya sabrán quién es Sala i Martín. Pero para lectores despistados les diré que Xavier Sala i Martín es un economista muy famoso en Catalunya sobre todo por sus americanas estridentes. No le quito méritos profesionales (doctorado en Harvard y profesor en Columbia, por ejemplo) simplemente constato porqué es famoso. No es mi culpa. También es famoso por su apoyo a la independencia y, un poco menos, por ser un neoliberal convencido.

http://www.tubechop.com/watch/7003167

Tras una presentación –a la que luego volveré– vemos a Sala i Martín en un aula explicando, con música épica de fondo, la legendaria victoria del Barça en el Bernabéu por 2-6, que decidió la Liga de 2009. Y, de paso, “cambió la historia del fútbol”, Sala dixit. Inmejorable manera de captar a la audiencia. El economista explica el momento en que Pep Guardiola en su despacho, tras dar vueltas y vueltas al asunto, tiene la inspiración “Ya se cómo ganar este partido”, y se inventa a Messi de falso nueve. De ahí el título. Y el enfoque de todo el capítulo.

La cosa va por ahí: la inspiración como elemento central de la economía para cambiar el mundo. Un señor tiene una idea y zas, gana una liga o se hace multimillonario vendiendo ropa. El emprendedor, ese ser mitológico, como el nuevo héroe que nos llevará a la tierra de promisión.

Ikea, Zara, Strabucks, McDonalds. Esos son los modelos, de eso nos habla Sala. Los ejemplos no están escogidos al azar, se trata de sectores tradicionales y de ideas que “no han surgido en un laboratorio con señores de bata blanca”. No es I+D, es innovación, aclara.

Amancio, ese hombre

Una de las características principales de los innovadores es que se lo cuestionan todo”, dice Sala cuando introduce la historia de Amancio Ortega. Pues le cojo la palabra y me cuestiono por qué, cuando habla de Zara y su éxito, lo que vemos son cintas transportadoras de ropa y una música como de Starsky y Hatch, todo dinamismo, pero ni un solo trabajador. Lo hizo todo Amancio. No aparecen talleres, en Galicia o en Bangladesh, ni diseñadores o dependientas con contratos basura.

Todo es limpio, con una imagen clara y aséptica y mucha luz. No nos quieren joder el domingo por la noche (aprende Évole). Cuando hablan de McDonalds se llevan las hamburguesas a un parque público, no sea que si lo hacen en el local veamos a los empleados y recordemos qué es un “McJob”: un trabajo con contrato basura que no te da para vivir. Ni siquiera abren la bolsa para darle un bocado, pero eso ya es otro asunto.

Luego nos habla maravillas sobre la genialidad de Starbucks, Ikea o Apple, aunque sin una palabra del pasado nazi del dueño de Ikea, ni del daño ecológico, ni del más que oscuro ‘nero fortissimo’ negocio del café. Nada de deslocalización, trabajadores que no salen de la pobreza, evasión de impuestos o persecución de sindicalistas.

Querían hacer un programa ligero y desenfadado que trempara a la audiencia, no se iban a poner en plan cenizo.  Hablan de éxito y lo que trempa es hacerse rico, no pensar en las consecuencias para los demás ni reflexionar sobre la calidad de dichos productos o si contribuyen a que nuestra vida sea mejor. Lo que interesa es la facturación y la posición de dichos innovadores en la lista Forbes. Son los tiempos que vivimos.

A todo esto, Guardiola es el único -a Sala i Martín es que no le sale- que valora la aportación de los trabajadores, y la sitúa por encima de su idea. Al final son Messi y compañía, trabajadores cualificados y bien tratados, los que ganan los partidos, por buena que sea la aportación del jefe-innovador. Que, por cierto, como él mismo reconoce, no se inventó lo del falso nueve, pero la historia quedaba más chula así.

El formato

Mi problema no es que Sala i Martín sea un apóstol de la ortodoxia neoliberal, que escriba en su blog y publique libros.  O que se presente a unas elecciones por un partido liberal (se me ocurre Corvengència, pero a estas alturas no se si sigue existiendo) en defensa de las bondades de las privatizaciones. Mi problema es que un programa de la tele pública debería ser más plural, hay más economistas y más ideas, no se puede presentar el neoliberalismo más descarado como ‘la economía’. Ya saben, aquello que tanto le gusta decir a Rajoy: la única manera posible, el sentido común, la sensatez y blablablá.

Unos días después, en la misma cadena, los chicos y chicas de las CUP aprovecharon su momento de gloria (rápido, que no durará) para lanzar su mensaje, en las antípodas del economista. Pluralidad ¿verdad? Pues no, no es lo mismo. El acto de la CUP, aparte de estar encaminado hacia otro asunto, era presentado claramente como lo que era: un acto político en el que se comunicaba una ideología. Estaba claro para todos, afines y desafectos.

El programa de Sala se presenta como algo muy distinto, una clase de economía. Su presentador, Tian Riba, que representa nuestro papel de alumnos, empieza el programa diciendo: “¿Cómo alguien de letras puras como yo puede ser capaz de entender el mundo de la economía? Lo he hecho gracias a las clases particulares que me ha dado todo un catedrático capaz de hacer fácil lo que no entendemos”.

Pues eso, gracias a Sala i Martín ahora ya entendemos la economía. Y visto el programa, es algo muy fácil y divertido, ideal para irse optimista a la cama un domingo por la noche.  No se cómo seguirá la serie, pero si quieren la opinión de un profano, pónganse The Wire o Los Soprano, es una visión de la economía mucho más realista. Aunque no se irán a dormir tan contentos.

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