La identidad digital de los escritores se ha convertido en el arma más poderosa de la promoción editorial. Esta identidad la forman las entradas en el blog del autor, los tuits en Twitter y cualquier comentario en las redes sociales.
Por arte de birlibirloque y de las nuevas tecnologías, tenemos literatura, creación literaria, promoción e interacción con los lectores. Twitter se ha alzado con el premio gordo en esta tendencia en la que el número de seguidores cuenta y mucho para proyectar músculo, presencia e influencia. Un escritor sin seguidores en las redes sociales, sobre todo en Twitter, es como un alma en pena.
El entorno editorial hace necesario esos seguidores, que lanzan un mensaje inequívoco: tanto seguidores, tanto vales. Después vienen los matices que te hacen caer de culo: apenas un cinco o un diez por ciento, según estimaciones de quienes se dedican analizar estos temas, compran realmente los libros de ese autor que siguen con fruición en Twitter y las redes sociales. Ese autor cuyas entradas en el blog personal son leídas con adoración, vamos, que las devoran antes de que se enfríen...
Pues nada. De esa legión de seguidores, sólo una mínima parte, un mísero cinco o diez por ciento afloja el bolsillo y compra. ¡Qué tacañería! ¡Cuánta falsedad e impostura! Esto sucede sobre todo en autores con más de diez mil o veinte mi seguidores, de los cuales seguidores de calidad, reales, son una mínima parte. De forma paradójica quienes tienen unos cientos o unos pocos miles, cosechan índices de compras más elevadas porque se tratan de seguidores de calidad, personas con un interés real en el autor al que siguen.
Y sabiendo esto, aún así, los medios de comunicación y el establishment editorial levitan sólo de pensar en esos cientos de miles y millones de seguidores, de followers, que idolatran a fulanito y menganito. Que se dejan las yemas de los dedos retuiteando.... Tantos que miles de ellos ni siquiera existen porque no hay personas reales detrás.
A pesar de todo, hoy no eres nadie si no tienes esos followers en Twitter que se convierten en caja de resonancia de tuits, enlaces y acciones promocionales. Porque se ha demostrado que es una herramienta poderosa para llegar a los lectores de forma directa y eficaz. Twitter refuerza la identidad digital de un autor y las posibilidades de vender más sus libros. Siempre y cuando esos followers sean personas de carne y hueso que siguen de forma real las novedades y noticias del autor.
Los followers, esos seguidores que creen en ti, o lo parece, se convierten así en un elemento importante para prescribir los libros de un autor y extender el boca a oreja en plan masivo y global. De esta forma el lanzamiento de una novela se convierte en un fenómeno viral. Los seguidores son la actual garantía para competir en el mercado, los que infunden confianza y la proyectan hacia otros usuarios y lectores.
Twitter complementa de modo perfecto el blog de un autor, de manera que permite extender la recomendación literaria, el apoyo público al autor y la segmentación del público lector por parte de la editorial. Algo básico para hacer llegar los mensajes a las personas adecuadas que sí van a leer los libros del autor.
En esta era de Twitter, blogs y redes sociales, de followers reales y ficticios, de los que compran y los que no, la batalla por las ventas, la promoción y la visibilidad en el mercado editorial en papel, también se libra en este nuevo entorno digital. En el cual los autores activos en el mismo marcan la diferencia en cuanto a ventas y visibilidad. Cuanto más potente es la identidad digital del autor, más éxito, a más marca personal, más presencia y más influencia entre los segmentos sociales a los que se dirige el autor.
Twitter y literatura: una pareja moderna y dicharachera que se complementa y se lleva bien.