Revista Música
La primera vez que vi a R.E.M. en vivo, en 2001, los fui a ver porque había conseguido entradas gratis. En esa época a los festivales todavía ibas gratis o no ibas. Pero ese día me fui del Campo Argentino de Polo con una sensación que hasta ese momento para mi no tenía nada que ver con el after de ver una banda en vivo. Me fui esperanzado. Tardé en aceptar cuál era la sensación pero era esa, lo confirmé en 2008 cuando los vi por segunda vez (esta vez pagando una pequeña fortuna): uno sale de ver a R.E.M
sintiendo que va a estar todo bien y que solo tenés que conocer un pelado sensible como Michael Stipe para darte cuenta. Pero extrañamente es una sensación que no me dejaban directamente sus discos, hasta Collapse Into Now.
Digamos que R.E.M. es una banda con grandes discos (New Adventures in Hi-Fi, Automatic for the People, Reveal) que quizás tenga el problema de ser muy norteamericana. Su sonido es norteamericano y su literatura es norteamericana. Stipe es como un John Kennedy Toole, un Faulkner o una Susan Sontag de los letristas de la canción made in USA. Es un clásico contemporáneo que no escupe una palabra sin que tenga una consecuencia en la otra, un sufrido que hace de su vida una poesía (The Lifting, Bad Day) pero que consiguió, hasta ahora, mantener a raya el instinto suicida de cada poeta maldito.
Lo dijo el propio Stipe aquella noche de ´08 en el Club Ciudad: "Por favor no nos culpen por ser norteamericanos, no somos todos Bush" y yo cumplo en retransmitir su mensaje y vuelvo a Collapse into Now, esa fuerza poética está bien presente en el disco, pero además está presente esa sensación de esperanza que provoca verlos en vivo. Tiene buen humor, una mirada fina sobre el presente y sobre todo tiene lo que a simple vista parecen ser clásicos instantáneos. Cuando estos tipos están bien les alcanza con sacudir su cajita de yeites para sacar grandes canciones. Hace un tiempo se hicieron una promesa, nunca más sacar un disco como Around the Sun y se la tomaron en serio. Quizás eso los lleva a pasarse un poco de urgentes en un par de canciones, pero sobra con ÜBerlin o la emotiva Oh My Heart a trío con Eddie Vedder y Joel Gibb (un amigo) para salir diciendo yo a este tipo lo quiero. Y a vos también, con perdón de la sensiblería.
Va ÜBerlin, en dos segundos la van a estar cantando como a Man on the Moon.