Los crimeos tienen una fe ciega en que Rusia les proporcionará el milagroso remedio a todos sus males
EFE Miles de personas participaron en una concentración en la Plaza Roja de Moscú tras la anexión de CrimeaUno tras otro los vecinos de la céntrica calle Karl Marx de Simferópolse acercan a la sucursal del todopoderoso Banco Privat y se dan la vuelta con cara de circunstancias. Los empleados de la entidad trabajan en el interior, pero no atienden al público porque están realizando «los trámites necesarios para adaptar el sistema a la nueva situación». En los medios locales se acusa a Kiev de obstaculizar la circulación conjunta de la moneda local (la grivnia) con el rublo. En la nuevaCrimea la culpa de todos los males es de Ucrania y la solución se llamaRusia. Los crimeos esperaban el martes con ansiedad el «discurso de la anexión» de Putin y las palabras del presidente ruso no defraudaron.Dasha Davidova acudió con sus amigos a la plaza Lenin del centro de la capital para seguir “un momento histórico, como lo fue la consulta. Es como volver a empezar de cero y por eso al comienzo son lógicos los desajustes en temas como la economía, pero todo va a salir bien”. Dasha forma parte del grupo de cuarenta personas sujeta una gran bandera de Crimea frente a la gran estatua de Lenin y cada pocos minutos gritan “¡Rusia, Rusia, Rusia!” de forma marcial. Frente a ellos una pareja eleva al cielo la enseña de la Unión Soviética ante los comentarios despectivos de algunos de los congregados que critican en voz alta que «somos rusos, no soviéticos». La hoz y el martillo, sin embargo, no dejan de lucir a los pies del fundador de la URSS. Las palabras de Putin provocan tanta alegría en la plaza Lenin como caras largas en el Majlis (parlamento) tártaro. Esta minoría musulmana representa al catorce por ciento de la población y sus responsables se muestran «muy preocupados porque Rusia no nos ofrece las garantías mínimas para pensar que no vamos a sufrir ataques xenófobos o incluso una nueva deportación en masa como en los cuarenta a manos de Stalin», advierte Ali Khamzin, responsable de Relaciones Exteriores de la institución. La comunidad está de luto por la muerte de Reshad Amatov. Este hombre de 39 años desapareció el 3 de marzo tras ser capturado «por un grupo de autodefensa» y su cuerpo apareció el domingo atado de pies y manos y con signos claros de tortura. Los allegados celebraron el funeral durante su primer día como ciudadanos de la Federación Rusa en medio de un ambiente de condena general a las fuerzas de autodefensa.