La designación de Luis de Guindos como vicepresidente del Banco Central Europeo ha puesto de relieve dos de los inmensos problemas básicos y estructurales de la U.E. que hace años la han transformado en un absoluto desastre en el que las decisiones acertadas son cada vez más la excepción que confirma la catastrófica regla.
En primer lugar está más que claro que las grandes decisiones se toman en base al mercadeo y el politiqueo entre jefes de estado. La Unión Estúpida tiene unos excelentes servicios técnicos en todas las materias, pero las opiniones técnicas y los méritos y consideraciones de carácter estrictamente profesional raramente se tienen en cuenta y lo que decide es el mercadeo. En el caso de Guindos, el oponente irlandés había sido gobernador del Banco Central de Irlanda y tenía una larga experiencia en la actividad para la que era candidato. Por el contrario de Guindos, aparte su desastrosa y sumamente deshonesta gestión de la quiebra de Lehman Brothers cuando era su presidente para el sur de Europa y por lo que ya no tenía que haber formado parte de gobierno alguno, como ministro de economía de España ha batido records de resultados negativos en aspectos sociales y económicos dentro de la U.E., mientras Irlanda, a pesar de ser uno de los países “rescatados” por Merkel, fue uno de los primeros en salir de la crisis y recuperar la tasa de paro e incluso mejorar la anterior al estallido de la crisis, posiblemente porque no obedecieron las ordenes de Merkel. Para completar el panorama, cuando Guindos llevaba poco más de dos años en el gobierno fue proclamado por Financial Times como el peor ministro de economía de Europa. Esperemos que de aquí pocos años el mismo F.T. no lo nombre el peor banquero de Europa.
El segundo problema es que la Eurocámara no es el órgano legislativo de Europa, de la misma forma que el parlamento lo es de cada país. Buena parte de las decisiones que deberían ser tomadas o ratificadas por el Parlamento Europeo, en realidad se toman, sin más y mediante el mencionado mercadeo, en el Consejo de Europa formado por todos los jefes de estado de la Unión presididos por el polaco Donald Tusk, o en la Comisión Europea formada por un representante de cada país residente fijo en Bruselas (en el caso de España la lumbrera aparentemente manchada de corrupción del señor Arias Cañete), presididos por el luxemburgues y desastroso Jean Claude Junker, amante del buen vino como ha demostrado con frecuencia.
Si la U.E. funcionase como un país normal, cualquier decisión del Consejo de Europa o de la Comisión Europea debería ratificarse y con frecuencia decidirse en el pleno de la Eurocámara, pero lo que debería ser lo normal solo ocurre de vez en cuando, hasta el extremo que desde fuera de la U.E. y el Parlamento Europeo se hace difícil conocer cuáles son los asuntos que deben ser ratificados o decididos por el Parlamento.
En el caso que nos ocupa la Eurocámara se decantó claramente por el candidato irlandés, pero en una demostración más del funcionamiento irregular de la U.E., el Consejo de Europa iba a decidirse mayoritariamente por de Guindos, y como todavía hay políticos que al contrario que Rajoy tienen sentido del ridículo, el Primer Ministro irlandés, se supone que de acuerdo con el candidato, retiró su propuesta dejando el camino despejado para de Guindos.
Por cierto, hablando de ministros, ¿cómo se puede soportar el estar gobernados por ministros deshonestos y me atrevería a calificarlos de indecentes?. Esta semana, Fátima Bañez ministra de empleo y seguridad social ha declarado que durante su mandato los pensionistas no han perdido poder adquisitivo. Seguramente las grandes manifestaciones de pensionistas de esta semana según Bañez deben ser para celebrar lo bien que les va. Otro superjeta, el ministro del interior Zoilo manifestando que finalmente todos los grandes medios de comunicación extranjeros han tenido que admitir que la brutalidad policial del 1- O no existió y se trataba de videos trucados. Seguramente no se acuerda de cuando su colega de exteriores Dastis después de decirle al periodista de la BBC que le estaba entrevistando que todos los videos de las cargas policiales eran trucados el periodista le informó que la mayoría eran de la BBC.
Parafraseando a George Orwell en “1984”, donde bautizan los ministerios con nombres que indican lo contrario de lo que en realidad hacen, M. Rajoy debería crear rápidamente el ministerio de la verdad absoluta.