Las úlceras genitales no son una patología muy habitual en la pediatría. En el post de hoy os quiero hablar de un tipo de úlceras poco frecuentes, pero que se deben tener en cuenta en los diagnósticos diferenciales: las úlceras de Lipschütz.
Se trata de una entidad clínica de curso autolimitado (es decir, se resuelve solo), con síntomas propios de una infección por un virus, que se acompaña de úlceras dolorosas en la mucosa genital de niñas y adolescentes, sin inicio de las relaciones sexuales, en las que se descarta tanto una etiología venérea como el resto de causas habituales de ulceraciones genitales.
¿Por qué se produce?
La causa es desconocida. Parece tener cierta relación con la primoinfección por el virus de Epstein Barr, aunque también se ha relacionado con infecciones por otros gérmenes como ureaplasma, fiebre tifoidea, paratofoidea y VIH.
¿Qué sintomas produce?
Se inicia con una fiebre alta (mayor de 38 grados), malestar general, cansancio, dolor muscular, dolor de garganta, mucosidad nasal, tos, dolor de cabeza... En el transcurso de 3 o 4 días aparecen úlceras genitales múltiples, profundas, dolorosas, con un halo rojizo alrededor. Estas lesiones se resuelven de forma espontánea, en el transcurso de 2-4 semanas, sin secuelas ni recaídas.
¿Cómo se diagnostica?
El diagnóstico de úlcera de Lipschütz se relaciona sobre todo por la sintomatología, y se establece por exclusión de otras causas de ulceraciones genitales. Hay que descartar que la causa sea una infección venérea, es decir, contraída a través de una relación sexual (virus herpes simple, sifilis, lingranuloma venéreo, chancroide) así como otras causas menos frecuentes (enfermedad de Chron, síndrome de Behçet, liquen escleroso, pénfigo vulgar, eritema multiforme, pioderma gangrenoso, traumatismo, aftosis idiopátoca recidivante, eritema fijo medicamentoso...)
¿Cómo se trata?
El tratamiento es sintomático. Se pautan analgésicos o antiinflamatorios orales, y antibióticos tópicos para evitar las sobreinfecciones.