Revista Cultura y Ocio
22 de julio de 1980
creo que es el momento. Cada uno de nosotros está programado para hacer algo concreto en la vida y yo lo estoy para triunfar. Escrito así suena ridículo y pedante. Pero es cierto. Desde bien pequeña tengo el conocimiento de que seré alguien importante. Es como si tuviera un foco interno que radiara calor a mi centro de expectativas y me despertara inquietud y esperanza. Son de estas sensaciones que es mejor no comentar a nadie salvo que quieras recibir el crudo abrazo de la incomprensión; por esto es mejor guardarla bajo llave en el arcón de tu corazón, para que nadie pueda descubrirla. Hay momentos, en un despiste, que se te escapa y se pasea por ti libremente y llena, como si fuera un gas, tu fuero interno. Te hace sentir poderosa, capaz de todo, con ganas de comerte el mundo y arrasar con todo. Supongo que es lo que se llama «soñar despierta».
no voy a negar que disfruto con ello. Lo peor de todo es que cuando toca recoger y devolver la sensación al interior de tu corazón ha crecido y es mucho más independiente y rebelde que antes. Intentas doblarla para que vuelva a caber dentro, pero no hay manera. Aparecen entonces sensaciones de ahogo y estrechez, claustrofobias mentales de estar perdiendo tu tiempo, tu vida, en definitiva. Y el estómago se te anuda, y la inquietud te invade, no duermes, no descansas, solamente un pensamiento en tu haber: el callejón se te ha quedado pequeño, no tiene salida. Empiezas a cambiar tu actitud, sin darte cuenta, sin premeditarlo. Ves que en ese lugar no encajas, nunca fue tu lugar, ves que aquí nunca vas a poder llegar a nada ¿Casarte? ¿Tener una camada detrás de otra? ¿Raspas y más raspas? ¿Absurdos conciertos de maullidos nocturnos? Aguantas un día, y otro, y otro más, hasta que te convences de que ha llegado el momento y es hora de salir a buscar tu destino.
ha llegado mi momento. Mañana por la mañana me voy de aquí. Nada ni nadie va hacerme cambiar de idea. Voy a ser actriz, una gran actriz, famosa y aclamada y, sobre todo, envidiada. Envidiada por estos felinos Jélicos que no tienen la sensibilidad necesaria para ver que yo he nacido para triunfar.
ronronea: grizabella