Revista Cine

Última noche en el Soho: La nostalgia de los 60 se tiñe de sangre

Publicado el 20 noviembre 2021 por La Henryteca @LaHenryteca
Por Antonio López.

Ellie, una joven enamorada de la moda, llega a Londres para estudiar en una escuela de diseño. Su carácter un tanto huraño se debe en parte al secreto que oculta: es capaz de comunicarse con los muertos. Cuando, ante sus dificultades para adaptarse a su residencia estudiantil, alquila una habitación en una antigua casa, no tarda en recibir la visita desde el más allá de Sandy, una de sus anteriores ocupantes. El fantasma se mete en sus sueños y le descubre el esplendor del Londres de los 60. Pero las noches coloridas de Ellie pronto se ensombrecen cuando empieza a sospechar que Sandy fue asesinada y las visiones del crimen la persiguen de manera obsesiva.Última noche en el Soho: La nostalgia de los 60 se tiñe de sangreProbablemente tengan que pasar todavía 20 años más para que alguien se atreva a hacer con la manida y omnipresente nostalgia de los años 80 de la actualidad lo que Última noche en el Soho hace con la de los 60. El Londres de Carnaby Street, la música pop y las minifaldas muestra aquí su trastienda de drogas y prostitución y pega un giro desde el glamour y la edulcoración a la sangre y la pesadilla. El juego con la iconografía del pasado, al mismo tiempo mitificada y transgredida, es uno de los puntos fuertes de una película cuya principal baza es la estética, la ambientación y un exacerbado sentido del espectáculo.Última noche en el Soho: La nostalgia de los 60 se tiñe de sangreEl director Edgar Wright, apoyado en uno de los mejores diseños de producción del año, ha elaborado un auténtico placer para los sentidos que consigue disimular con gran habilidad, a base de golpes de efecto y del uso recurrente de canciones pegadizas y bien conocidas por todos, los importantes agujeros del guión, cuyo esqueleto narrativo se basa en una trampa para elefantes, que no se puede contar sin hacer spoiler, y en un discurso feminista que pega bandazos entre el populismo más tremendista en los dos primeros tercios de la película y la incoherencia en el tercero, llegando en algún que otro momento a alcanzar el absurdo. No obstante, es justo decir que el cine de terror de Brian de Palma, uno de los principales referentes de esta película, nunca se caracterizó precisamente por tener guiones de hierro ni ello le impidió marcar una época. Última noche en el Soho: La nostalgia de los 60 se tiñe de sangreNos encontramos ante un híbrido entre el horror y el cine negro: un cóctel de bajos fondos, night clubs, trata de personas, fantasmas y zombies, pero donde tampoco falta estética pop. Tal vez sea uno de los mayores intentos en la historia de Hollywood por atraer al género de terror a un público femenino masivo. También, sin implicar que una cosa está relacionada con la otra, una de las mejores muestras de hasta qué extremo el puritanismo ha invadido el cine comercial de hoy en día: lejos de la mezcla de fascinación y miedo que impregnaba el erotismo de las películas del mencionado Brian de Palma, aquí nos encontremos ante una identificación enfermiza entre sexo y violencia que deja en pañales al más reaccionario de los thrillers eróticos de los 80 y 90.

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    • ##check## Lo bueno
      • El sentido del espectáculo.
        El uso de la estética sesentera y pop a caballo consiguiendo un equilibrio paradójico entre el glamour y la desmitificación.
        La complicada mezcla de elementos de cine negro y de terror que consiguen no taparse unos a otro.
    • ##times## Lo malo
      • Un guion tramposo lleno de incoherencias.
        El puritanismo del Hollywood post-MeToo.

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    • Diseño de Producción 10
      •  La fotografía y el vestuario de los años 60 son una de las grandes bazas de la película. Probablemente la Academia de Hollywood la tendrá en cuenta en apartados técnicos.
    • Ritmo y Montaje 9.0
      • 116 minutos de metraje parece mucho para una película de terror, pero aquí no es ningún problema.
    • Intérpretes 5.0
      • Las dos protagonistas no tienen gran oportunidad para lucirse; especialmente Anya Taylor-Joy, que prácticamente se convierte en un maniquí que canta. Como guiño, se recurre a dos grandes estrellas británicas de los 60, Terence Stamp y Diana Rigg.
    • Guion 3.0
      • Personajes y situaciones estereotipo, trazo grueso, una estructura basada en el engaño al espectador y un discurso feminista a veces populista y a veces contradictorio.
    • Dirección 8.0
      • El  gran pulso narrativo de Edgar Wright consigue sobreponerse a las debilidades del guion.
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    • Puntuación Total  7 / 10
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Trailer:
Fuente Imágenes: Universal Pictures

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