Despedimos febrero en su último fin de semana, el mes más corto del año aunque, este de 2016, tenga un día más por ser bisiesto. Ha sido un mes consecuente con una estación en la que el invierno apenas ha hecho acto de presencia, salvo algunas heladas precisamente durante este corto mes. Ya podemos comenzar a preparar los colores y las alegrías de una primavera que, a partir de marzo, empezará asomar por las macetas de los balcones, los jardines de la ciudad, el brillo de los ojos y a través de la piel sensible de los románticos. Los mirlos llevan semanas entonando llamadas de cortejo y persiguiendo con locas carreritas a futuras parejas con las que poblar con pichones negros y picos amarillos los árboles. Los abrigos se hacen pesados y los días más livianos y luminosos. Todo invita a decir adiós al invierno más tímido y breve como el mes que agotamos este fin de semana. Si no fuera porque con él se consume también parte de nuestras vidas, podríamos decir que ha pasado sin pena ni gloria. Y no es plan. Porque, en cualquier mes, ¡viva la vida!. Es lo que canta Coldplay.