Revista Cultura y Ocio

Últimos días en Berlín. Paloma Sánchez-Garnica

Publicado el 11 enero 2022 por Juancarlos53
Últimos días en Berlín. Paloma Sánchez-Garnica

Es por lo comentado arriba que me fui apartando de este Premio. Sin embargo este año, quizás por la polémica suscitada al desvelarse la identidad del trío masculino que se ocultaba tras el exitoso seudónimo de Carmen Mola, me he sentido atraído por estas dos novelas. ¿Cuál leer? Como ya conocía la escritura de Carmen Mola por La novia gitana, novela que me gustó pero no me arrastró a proseguir con las otras de la serie, decidí leer la novela finalista. El nombre de la autora me era conocido, pero no así su obra de creación. ¿Cómo escribiría esta mujer que a tantos gustaba?

De Paloma Sánchez-Garnica, madrileña de 59 años, dedicada de lleno a la escritura tras unos años de trabajo como abogada, nada había leído aunque sí reseñas de algunas de sus obras narrativas que desde que se dio a conocer en 2006 con El gran arcano publica. Su nombre se me hizo muy familiar a partir de 2016 cuando con Mi recuerdo es más fuerte que tu olvido ganó el Premio de novela Fernando Lara; tras ella vino La sospecha de Sofía en 2019 y ahora en 2021 Últimos días en Berlín. Si tantos hablaban bien de estos libros sería porque la autora sin duda lo merecía. Con esta novela he comprobado que sí, que Paloma Sánchez-Garnica escribe con oficio, con sabiduría, con soltura, con claridad; que es una escritora que sabe modular el ritmo de la historia que ofrece, conduciendo con delicadeza pero con autoridad literaria al lector, introduciendo cuando procede giros precisos en la trama para que el interés no decaiga en ningún momento.

Sinopsis (ofrecida por la propia editorial Planeta)

La novela me ha parecido adictiva, sencilla de leer, ordenada, algo extensa, con ritmo adecuado, algo predecible en ocasiones y con pocas informaciones desconocidas. Es claramente una novela cuyo destinatario es el gran público. Su finalidad es entretener, lo que consigue plenamente. A mí me ha tenido totalmente abducido la muy atractiva historia de amor entre Yuri-Claudia-Krista que la novelista sabe graduar debidamente introduciendo altibajos en la atracción y rechazo que existe entre los tres miembros de este triángulo amoroso. La ideología política (el nazismo de una, la aversión al mismo de otra y el odio al comunismo que sin variación alguna tiene el elemento masculino) influye mucho en estos acercamientos y alejamientos si bien queda claro en este relato que el amor es una fuerza imparable que se lleva por delante planteamientos ideológicos por muy asentados que éstos parezcan estar en uno.

Por lo anterior es evidente que la novela transita por la tendencia haciendo uso de elementos propios de esta novelística: el melodramatismo, la entrega amorosa, el erotismo, las dificultades para llevar a buen término la relación entre los enamorados, la separación, el posible olvido, el reencuentro inesperado, etc., etc.

Siendo quizás el elemento amoroso el motivo principal que moviliza a los tres protagonistas es evidente que el contexto en el que éste se produce, los convulsos años 30 y 40 del siglo XX en que Europa se descuartizó a sí misma, ocupa un lugar preeminente en la novela. Vista desde este flanco Últimos días en Berlín es una narración que sin serlo plenamente entra de lleno en la tendencia de la novela histórica. Efectivamente vemos desfilar por el relato no sólo a seres anónimos y de ficción sometidos a las decisiones disparatadas de dirigentes como Hitler o Stalin sino que también alguno de estos seres históricos como Beria, dirigente comunista y de Estado de la Unión Soviética, mariscal y jefe de la policía y del servicio secreto desde 1938 hasta 1953, aparece no sólo citado sino como personaje en la novela interactuando con Yuri, el protagonista masculino cuyas peripecias sostienen toda la narración. También del lado alemán cabría decir algo parecido del ministro de propaganda Goebbels quien interactúa con algunos de los personajes de ficción alemanes ( Claudia, enamorada de Yuri; el marido de ésta, Ulrich von Schönberg; el pretendiente de Krista, Franz Kahler; etc.). También aparecen citados sólo por su nombre sin interactuar directamente con los personajes de ficción del relato seres reales españoles como los embajadores en Berlín que durante la IIª República y luego en el Franquismo España tuvo en dicha legación (Francisco Agramonte que fue el último de la República o Antonio Magaz, primero de la dictadura franquista). La marcha de la guerra en España, la evolución del nazismo en el interior de Alemania, la caída de la Rusia zarista y las purgas del estalinismo en el interior de la URSS, el desarrollo de la Guerra europea y su final enmarcan el relato amoroso.

La novela se estructura en unos diez u once extensos capítulos que tienen un desarrollo lineal. Tras un inicio en que nos encontramos en el Berlín de 1933, que conoció la entrada en el Reichstag del partido nazi con Hitler como canciller hasta el final de la Guerra Mundial desatada por este mismo dirigente alemán, hay una vuelta atrás al poco de iniciada la narración para ponernos en antecedentes de la procedencia familiar de Yuri Mijáilovich Santacruz Filatov, protagonista principal del relato. Este flashback nos lleva durante unas cincuenta páginas al Petrogrado de 1921 cuando la familia de Miguel Santacruz, casado con Veronika Olégovna Filatova, se ve obligada a salir precipitadamente de Rusia y marchar a Madrid desde donde doce años más tarde el padre logrará colocar a su hijo Yuri en la embajada española en Berlín. El conocimiento del idioma ruso será el motivo por el que Erich Villanueva, amigo de Miguel Santacruz y funcionario en la legación de la República española en Berlín, abogará ante el embajador por que Yuri entre a trabajar en ella.

Toda la historia la cuenta un narrador externo en tercera persona que conoce todos los extremos de la historia; es un narrador omnisciente que enlaza con la tradición de la novela realista española. Este narrador presenta a los personajes calificándolos a través de un simple adjetivo. Sabemos del personaje antes incluso de verle actuar ("los padres de Claudia, Herbert y Erika Kahler -mediocre cardiólogo él, y ambiciosa clasista ella-"). El narrador emplea con sobreabundancia los calificativos ("La asistenta recompuso muy ufana el almidonado y blanquísimo delantal, cruzó los brazos bajo su orondo pecho y habló con burda jactancia."). También en las descripciones que hace de los personajes se muestra como un narrador claramente de corte tradicional

"Ritter era menudo, casi calvo, tenía la mirada de un cuervo detrás de los cristales de unas gafas de pasta oscuras que engrandecían artificialmente sus ojos pequeños y muy grises; blanco de piel, era tan delgado que el nudo de la corbata parecía holgarse alrededor de su cuello."

Leyendo descripciones como la anterior la mejor literatura clásica española se nos muestra en todo su esplendor. Es evidente que Paloma Sánchez-Garnica ha leído mucho y bien, y eso se nota. Pienso que una de las razones de su enorme aceptación entre los lectores se debe a este bien saber hacer suyo los procedimientos y recursos de la tradición realista española.

En una extensa historia como es Últimos días en Berlín que los personajes estén bien configurados y delineados es fundamental para que las casi 600 páginas de extensión del relato no se vengan abajo como un castillo de naipes. Sí, están muy bien construidos, tienen personalidad propia, individualidad reconocible. Esto no quita para que de vez en cuando el carácter y/o comportamiento de algunos de ellos -sobre todo los muy secundarios- me haya parecido verlos encauzados por el camino del tópico popular ("El padre de Verónika, Oleg Borísovich, simpatizaba con las ideas del partido liberal ruso, [...] La madre, Olga Ivánovna, era una mujer inteligente, amante de la música y de los libros, dedicada en cuerpo y alma al cuidado y educación de la joven Verónika"). O sea, eran dos personas política y culturalmente de las consideradas pertenecientes al grupo de los 'buenos'. Sí, hay cierto maniqueísmo en el relato.

La novela llega a emocionar en muchos momentos; la autora busca premeditadamente provocar esta respuesta emocional en el lector. Es algo que hace que para mí la novela pertenezca más al grupo de novelas de tipo sentimental que se recrean un tanto en el melodramatismo derivado de ciertas situaciones como las despedidas de personas que se aman, los encuentros o reencuentros de amantes, que al de las novelas propiamente históricas. Pertenece sin duda alguna a ambos tipos pero la carga sentimental predomina sobre la propiamente histórica. Quizás esta sensación se derive de que desde este punto de vista las informaciones que Paloma Sánchez-Garnica proporciona en su relato sean escasas o ya muy sabidas: la crueldad practicada en los campos de concentración nazis, las matanzas ejecutadas por los soviéticos atribuidas por ellos a los nazis, la persecución inmisericorde por los nazis de la población judía, el sufrimiento de las mujeres siempre perdedoras en las guerras sufriendo en sus propias carnes en forma de violaciones los excesos y 'alegrías' de los vencedores, las torturas practicadas por los servicios policiales de unos y de otros, la delación por envidia, etc., etc.

Últimos días en Berlín. Paloma Sánchez-Garnica

Por último referido al aspecto propiamente historicista decir que la autora se ha esforzado por incluir en su novela los nombres de los personajes fundamentales de la historia europea del siglo pasado. Así junto a los nombres de Hilter, Lenin o Stalin aparecen los de lugartenientes como Goebbels, Himmler o Beria. Incluso del lado español y ya hacia el final de la novela hay un momento en que se cita al embajador español en Budapest, Angel Sanz Briz, que tanto hizo para salvar a cientos de judíos sefarditas de las cámaras de gas nazis.

Cualquier novela histórica o de sesgo historicista como la presente al ser leída desde nuestro aquí y ahora no puede por menos que ser interpretada también desde el presente del lector. Es lo que me ha sucedido a mí en algunos momentos. Quizás esto sea de lo que más me ha satisfecho de este relato que como digo he disfrutado mucho. Me refiero a esos epígrafes o citas al inicio de capítulos y momentos secuenciales importantes de la novela. Son citas tomadas de obras de autores importantes como Stefan Zweig y su El mundo de ayer. Memorias de un europeo, Máximo Gorki, Alexandr Solzhenitsyn y su Archipiélago Gulag, Edmund Burke..., y fundamentalmente de los Principios de propaganda de Goebbels. Especialmente, al leer varios de estos principios formulados por este politico genocida, se me ponían los pelos de punta al observar cuán poco en su literalidad que no -espero- en su ejecución práctica han cambiado de esos aciagos años 30 y 40 del siglo XX a nuestros últimos 20 ó 25 años. Pondré algunos ejemplos de los tomados para su novela por Paloma Sánchez-Garnica:

  • "Cargar sobre el adversario los propios errores o defectos, respondiendo el ataque con el ataque. Si no puedes negar las malas noticias, inventa otras que las distraigan (Principio de la transposición)"
  • "Acallar las cuestiones sobre las que no se tienen argumentos y disimular las noticias que favorecen al adversario, también contraprogramando con la ayuda de medios de comunicación afines (Principio de la silenciación)"
  • "Hay que emitir constantemente informaciones y argumentos nuevos a un ritmo tal que cuando el adversario responda el público esté ya interesado en otra cosa. Las respuestas del adversario nunca han de poder contrarrestar el nivel creciente de acusaciones. (Principio de renovación)"
  • "Toda propaganda debe ser popular, adaptando su nivel al menos inteligente de los individuos a los que va dirigida. Cuanto más grande sea la masa a convencer, más pequeño ha de ser el esfuerzo mental a realizar. La capacidad receptiva de las masas es limitada y su comprensión escasa; además, tienen gran facilidad para olvidar (Principio de la vulgarización)"

Desconocía la formulación por parte de Joseph Goebbels de estos principios de propaganda. Lo que me desazona y me hace perder la confianza en los dirigentes de todo tipo y laya es la perpetuación sin disimulo alguno de los mismos en nuestros días.

Sin que quepa ver en ello menosprecio alguno creo que Últimos días en Berlín es un best-seller. Creo que contiene todos los elementos propios de una novela de ese tipo, los cuales en cierto modo ya he dejado expresos a lo largo de esta reseña. Decir best seller no equivale a mala literatura, para nada. Hay best sellers malos y los hay muy buenos. El de Paloma Sánchez-Garnica pertenece al de los buenos aunque a fuer de ser honesto tampoco diré que es un libro excelente. Pero sí quiero que conste que he disfrutado mucho leyéndolo, a pesar de que no considere que sea una novela novedosa. No, no lo es. Como ya he dejado dicho es una novela destinada a vender, a gustar a un gran número de lectores. Por esto quizás sea una novela proteica pues es difícil ubicarla dentro de una tendencia narrativa concreta dado que toca muchos palos: el amor (triángulo amoroso clásico), la historia (la guerra mundial en Alemania y Rusia vista por un español republicano que trabaja en la embajada de España en Berlín cuando el ascenso de Hitler al poder), el horror (las barbaridades nazis y comunistas en la represión diaria y luego en los campos de exterminio nazis o los gulags soviéticos), la mujer (siempre en desventaja frente a las brutalidades de los hombres) pero siempre entregada a él por amor sincero, el erotismo que en ocasiones impregna el relato, etc.

A mí particularmente me ha satisfecho mucho su lectura. Creo que ha sido un buen inicio de año lector. ¿Lectura recomendable? Pues sí, naturalmente.

Últimos días Berlín. Paloma Sánchez-Garnica

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