Revista Cultura y Ocio
"No es un día normal. Bernie tira una pinta y me la pone delante. Me mira, desconcertado, con su cara flácida y perruna, pero ve enseguida que no estoy para chácharas. Estoy aquí, cinco minutos después de la apertura, precisamente para esto: para una pequeña y silenciosa conferencia mano a mano con una jarra de cerveza. Me ve la corbata negra, a pesar de que ya han pasado cuatro días desde el funeral. Le doy un billete de cinco libras."
De todas las posibles vías para llegar a un libro, la mejor es la recomendación directa de otro lector. Así llegué yo a este libro, gracias a la recomendación de uno de esos lectores solventes que todos tenemos cerca (llamado Bernie en este caso), y es por eso, que hoy traigo a mi estantería virtual, Últimos tragos.
Conocemos Jack, Ray, Lenny, Vic y Vince, cuatro hombres inseparables. Solo que Jack ha muerto de cáncer, y su último deseo fue que sus cenizas se arrojaran en el muelle de Margate. Su mujer Amy no irá a cumplir este deseo, cosa que si harán los cuatro hombres restantes. Este libro trata de ese camino, de la vida de estos hombres con sus momentos buenos y sus traiciones.
Qué difícil es a veces hacer una buena traducción. Un buen ejemplo es Últimos tragos, un título que habla seguramente de las últimas copas que se toman sin especificar más y que, sin embargo, tenía mucho más sentido en inglés, Last orders. Last orders es la última ronda pero también las últimas voluntades, es el comienzo de la novela, o la última copa tomada con el finado, pero también es la voluntad última del difunto. Y, sobre todo, es un juego de palabras que deja al lector una pista importante: esto, lector, no es un melodrama, pese a que la muerte en sí, lo sea.
Dicho esto, la muerte y las despedidas son un tema recurrente en la literatura. Cuatro hombres despiden a un quinto, cuatro voces diferenciadas realizan un último recorrido en el que rememoran vidas, hasta aquí nada original. De hecho, ya lo hizo Faulkner en una de sus mejores novelas, Mientras agonizo, una novela que planea sobre esta como si Swift le hubiera querido realizar un homenaje. No sólo en la trama, a veces incluso en las formas, y obtuvo además el Booker Prize en 1996.
Swift dará voz a estos hombres mediante diálogos o monólogos internos que los irán desnudando delante del lector. Sabremos que Vince es un huérfano de guerra adoptado por Jack y Amy, y que Víctor, Lenny y Ray estaban unidos a Jack, por ejemplo, por sus experiencias en la Segunda Guerra Mundial. A partir de aquí, el autor nos escribe una novela que no teme caer en clichés, de hecho, a veces parecen ser el gatillo para conseguir la sonrisa del lector pese a la aparente seriedad del tema que trata la novela. Y para ello, usa una clase media baja, otorgando a sus protagonistas voces perfectamente diferenciadas para el lector, y un universo reducido en el que movernos. Las pequeñas personas, con pequeñas vidas, esas que puede tener cualquiera que no haga mucho ruido ni aparezca en los libros de historia.
No es un día normal, comienza la novela. Promete. Nos hace un resumen de lo que va a suceder y emprendemos un viaje en coche en el que comenzamos a ver la historia, a profundizar en vidas de amores, matrominios que funcionan o no, hijos, secretos y familias que se acaba convirtiendo en un retrato social ante los ojos del lector. Y también sabremos por qué Amy no acude a la cita de estas últimas voluntades, que no me he olvidado de ella.
Sí, no cabe duda de que hay melodrama en lo que Swift nos relata, como lo hay en casi cualquier vida. Pero también hay un amplio espacio para las sonrisas. Merece la pena.
Y si he comenzado diciendo que me gustan los libros recomendados por lectores, ¿me podéis recomendar un libro que os haya gustado últimamente?
Gracias.