Recordemos que los sindicatos acusaban a Aznar de ultraderechista por su política antiobrera, y ahora resulta que, según ellos, la reforma laboral de Zapatero es “el mayor ataque a los trabajadores desde que en España hay democracia”.
Luego, si el expresidente era ultraderechista, el actual es un ultra-ultraderechista, como se deduce de esa acusación que lanzaron esta última semana Cándido Méndez y Fernández Toxo, líderes de UGT y CCOO, ante 16.000 sindicalistas liberados en la plaza de Vista Alegre, en Madrid.
Estamos ante una grave imputación contra Z. de los representantes de los 300.000 liberados españoles, supuestos trabajadores que viven durante décadas sin trabajar, cobrando de empresarios y de nuestros impuestos hasta la jubilación. Obsérvelos usted, con sus manos de manicura, delicadas y sin callos.
Aunque ultra-ultraderechista, Zapatero es bueno para Méndez y Toxo. Cierto que se ha puesto al servicio de los mercados de capital, que es un traidor peor que Aznar, pero los sindicalistas lo abrazan a escondidas para seguir cobrando subvenciones.
Esto de las izquierdas, derechas y las ultraderechas se ha convertido en un cajón de sastre, es decir, en un desatre, en un descontrol: quien lee las páginas ultraizquierdistas de Kaosenlared.net, por ejemplo, descubre en algunos artículos que Fidel Castro podía estaba volviéndose ultraderechista tras reconocer el fracaso de su régimen y recomendarle indirectamente a Chávez et all que no sigan su ejemplo.
La misma página alberga gente que sugiere que ETA y Batasuna no son organizaciones vascas, sino franquistas, producto de ese régimen para mantenerse en el poder, que es el actual sistema democrático.
Pronto habrá quien diga que Franco era de izquierdas porque la legislación laboral que desmantela ahora el ultra-ultraderechista Zapatero, aunque ligeramente reformada durante la democracia, emana del Fuero del Trabajo falangista, que ofrecía tal protección al obrero vago y a sus sindicalistas liberados que Méndez y Toxo lo añoran, llorosos.