Fotograma de la película de Jean-Pierre Annaud basada en El nombre de la rosa.
Guillermo de Baskerville (sen Connery), investigando en la biblioteca.
John Baskerville
Curiosamente, nadie cita como inspiración para nombrar a este detective medieval a otro personaje que a mí -será por mi formación- siempre me viene a la cabeza cuando oigo este nombre: John Baskerville. Cualquiera que se haya movido entre imprentas conoce la tipografía Baskerville, clásica, elegante e intemporal. Garamond, Bodoni, Caslon, Baskerville... todos ellos tipógrafos eminentes que diseñaron tipos que en su mayoría -a veces con ligeras variantes- han perdurado varios siglos. Me resulta sorprendente que a nadie se le haya ocurrido mencionar esta posible conexión. Máxime cuando Eco era un gran conocedor del mundo del libro y la bibliofilia: entre sus obras se cuenta un tratado sobre estos temas, La memoria vegetale e altri scritti di bibliofilia (I grandi tascabili)">La memoria vegetale e altri scritti di bibliofilia, incomprensiblemente no traducido al español.Por si fuera poco, resulta que no es esta la única vez en que Eco recurre a un insigne tipógrafo para dar nombre a alguno de sus personajes: lo hace también en El péndulo de Foucault">El péndulo de Foucault, donde además elabora una prolongada broma metaliteraria (¿o se debería decir metatipográfica?). Los tres personajes principales de esta novela -Casaubon, Belbo y Diotallevi- trabajan para la Garamond, pretendidamente una editorial seria, que a su vez alberga otra editorial más oscura y mucho más lucrativa, la Manuzio, que comercia con autores autofinanciados (AAF), cuya vanidad y deseos de verse publicados explota sin rubor. El dueño de estas empresas, el señor Garamond, es un personaje diabólico, que resultará estar detrás de algunos de los hechos principales del libro. Aquí, hay, por supuesto, un guiño al lector avisado: tanto Claude Garamond (1499-1562) como Aldo Manuzio (1450-1515) son dos de las figuras más notables de la historia de la imprenta en Europa. Casaubon, por cierto, es igualmente un nombre de resonancias bibliófilas: Isaac Casaubon (1559-1614) fue un erudito clásico, filólogo y bibliotecario. Tal vez me paso de lista o quiero ver lo que no hay -asemejándome así a los propios personajes de Eco, tan a menudo envueltos en construir teorías de la conspiración-, pero teniendo en cuenta los antecedentes de Eco y su trayectoria literaria, me cuesta no creer que Guillermo de Baskerville no sea -también- un homenaje al distinguido tipógrafo inglés, que era además un insigne ilustrado, una de esas figuras que seguro hacían las delicias del escritor italiano. Por cierto, si quieren saber más de tipógrafos y tipografía, recomiendo la web Unostiposduros y, con referencia a Baskerville, muy especialmente el trabajo de José Ramón Penela sobre él.