Hace unos minutos ha aparecido otra perla de la justicia española en ese diario que no quería volver a citar, pero... El abogado del estado niega...
Bueno, pues en la susodicha noticia el abogado del estado se permite una licencia filosófica, que al menos nos faculta para saber que de filosofía no tiene ni idea, o que la que tiene proviene de unas leves lecturas desde el derecho, en esos pesados textos donde encontrar sensatez es labor de santos vocacionales (no os enfadéis mis doctos lectores en leyes).
Ahora resulta que ante la (por cierto, también ligera) acusación al estado de relativismo moral, el letrado estatal tiene la ocurrencia de reafirmarse en la ligereza, y considerar al estado como relativista universal, a la democracia como hija del relativismo y propuesta suya, y dotar de un nombre más al relativismo, denominándolo pluralismo ideológico.
Quizás en alguna conversación de café o cerveza usó o escuchó la palabra relativismo asociada a multiplicidad, cosa que suele pasar con frecuencia, y en su absoluta estulticia quiso aplicarla a un caso de los que tiene el encargo del estado, o sea de todos nosotros, inconscientes, de tratar ante los más altos tribunales. Pero quizás este señor no sepa que si él es relativista, o si este estado lo es, o actúa como tal, es porque la posmodernidad, hija putativa de la pérfida Modernidad, es la ideología imperante. Por que la posmodernidad asentó la ligereza de valores, el hastío por las virtudes, el desprecio por los deberes, el egoísmo de los derechos y la prevalencia de la tolerancia como forma de entender el mundo. Así es fácil juzgar y sentenciar que los padres y madres no son quienes reciben del estado, por un lado la libertad de decidir en el proceso educativo de los hijos, y por otro, simultáneo, la obligación de llevar a cabo dicho proceso. Y que el estado tiene la obligación por su parte de garantizar que todo ello se realice y sea dentro de los límites que el estado, o sea todos como pueblo soberano, nos hemos dado. Esto es democracia, que es objetiva en cuanto a los derechos y a la prevalencia de ese marco general que es la Declaración, y nunca relativa. Y por el hecho de ser democrática se entiende abierta a la pluralidad ideológica, y no al revés.
Pero claro, también es cierto que quienes acusan de relativismo moral al estado, no se dan cuenta de que su consideración de que el estado está sólo para salvaguardar nuestros derechos, basados estos en la propiedad privada y las prácticas religiosas, están actuando dentro de unas pautas fuera de lo establecido por el marco constitucional y democrático, y con criterios neoconservadores, dignos para-lelos (el guión es forzado) de la posmodernidad.
No le voy a recomendar al abogado del estado que comience una carrera de filosofía, ya que posiblemente saldría mucho peor de lo que está, pero sería bueno que supiera utilizar correctamente los términos, y ser más claro en sus consideraciones.