ISBN: 9788493836702
Páginas: 300
Precio: 17,95 €
Un adiós sin nombre se aleja un poco de lo que leo habitualmente: se trata de una historia de misterio aderezada con toques románticos, una combinación con la que me he topado pocas veces (aunque sí que he leído ambos géneros por separado). Su presentación me parece bastante atractiva: un título bonito para mi gusto, que transmite mucho y a la vez no revela nada esencial, y una cubierta en blanco y negro que potencia ese carácter oscuro que se esconde en su interior. Lamentablemente, mis impresiones sobre su contenido no son tan positivas como las de su apariencia, así que voy a comentároslas para que os hagáis una idea de mi opinión.
Judesty
Judesty es el seudónimo de una autora nacida en Quito (Ecuador) que vive en San Sebastián desde hace diez años. Estudia Comercio Internacional y Administración de Empresas, y tiene a sus espaldas un largo recorrido en el sector empresarial. Su debut en el mundo literario se produjo en 2008, cuando ganó el Concurso Literario Online —organizado por El Corte Inglés y BookAndYou.com— por su novela El acuerdo, de la que vendió tres mil ejemplares. En 2011 publicó su segundo libro, Un adiós sin nombre, del que os hablo a continuación.Sinopsis
Micaela Barton es una abogada criminalista con un futuro prometedor: trabaja para uno de los mejores bufetes de Lisboa, acaba de conseguir un ascenso y su jefe confía en ella. La joven está plenamente dedicada a su labor, pero un día ocurre algo que da un giro de ciento ochenta grados a su vida: un extraño con muy mal aspecto la sorprende en casa y le pide ayuda. Tras muchas dudas, Micaela decide alojarlo unos días, aunque en este tiempo no consigue averiguar quién es; lo único que sabe de él son unos números que el intruso le pidió que memorizara y una cadena que le entregó antes de irse.Todo podría haber quedado en un hecho anecdótico si no fuera porque al cabo de unos días aparece la noticia de que ese hombre ha sido asesinado. Micaela lo reconoce en la fotografía que muestra en la televisión, y no solo eso, sino que además descubre que se trataba de un sicario. Asustada, no revela a nadie que lo escondió en su piso, pero los sobresaltos aún no han terminado para ella: se encuentra con otro desconocido que sabe que tuvo contacto con el fallecido y está dispuesto a sacarle toda la información que tenga.
¿Qué ocurrirá con el segundo extraño? ¿Repercutirá todo esto en la estelar carrera de Micaela? Las respuestas, en Un adiós sin nombre.
Comentario personal
Como os comentaba al principio, este libro es una mezcla de intriga y comedia romántica: además de la trama de misterio relativa al sicario asesinado, entre Micaela y otro hombre surge una relación que reúne muchos de los tópicos del género mencionado (discusiones por tonterías, momentos de amor-odio, escenas de atracción en situaciones inesperadas…). Esto será negativo para los amantes de la novela policíaca pura, pero positivo para quienes busquen una historia de amor menos azucarada que de costumbre. Aun así, la lectura no me ha conquistado y por eso no puedo recomendarla a ciegas.En primer lugar, tengo que reconocer que una parte de los problemas que veo al libro son consecuencia de su planteamiento: nunca acabé de creerme que Micaela alojara a un desconocido en casa, de modo que todo lo que ocurre después tampoco me acabó de convencer. Considero que un comienzo impactante y bien trazado resulta decisivo para captar el interés del lector, y el de aquí cojea demasiado, puesto que incluso la propia protagonista no comprende cómo fue capaz de esconderlo sin avisar a la policía ni averiguar nada sobre él. Hay muchos detalles que se justifican por los momentos de dudas y los impulsos, pero, en mi opinión, el tema es tan delicado que ni siquiera un arrebato lo justifica.
En relación con la trama de misterio, a mi parecer destaca porque tiene bastantes giros argumentales y con ello se convierte en una novela bastante adictiva. Judesty emplea la técnica de utilizar una pareja de hombre y mujer con un gran intelecto para resolver el asunto (recurso que emplean, entre otros, Dan Brown). En este sentido, puedo aceptar que consigan superar fácilmente los obstáculos (suele ser algo habitual en el thriller; los protagonistas nunca pierden), pero el comportamiento del chico no me resultó del todo consecuente con lo que se sabe más tarde sobre él.
En cuanto a Micaela, considero que su faceta de abogada inteligente no se ve del todo reflejada en la historia. Me explico: en todo momento se muestra como una persona insegura y miedosa, comete despistes imperdonables y, en general, quien tira del hilo es él, no ella. En algunas situaciones la entiendo (como cuando se encuentra al extraño en casa: ¡normal que se asuste!); no obstante, esa actitud puede llegar a saturar al lector y, lo que es peor, no concuerda con lo que se ha vendido con respecto a su profesionalidad. Por ejemplo, me cuesta aceptar que una mujer tan centrada y válida se pare a pensar en lo atractivo que es su acompañante mientras pasan por unas circunstancias delicadas. Y no hace falta ir tan lejos: el simple hecho de mantener a un desconocido en su piso sin llamar a la policía tampoco es muy propio de una persona con la cabeza asentada.
Con respecto a los secundarios, no he encontrado ninguno especialmente memorable: el malo malísimo que persigue a los protagonistas, los amigos que apoyan a Micaela, los personajes que ocultan información (en algunos casos esto se intuye enseguida), etc. Hay que tener en cuenta que nos movemos en un ambiente negro, de sicarios y traficantes, y por supuesto de policías, fiscales y abogados. En este sentido, encaja bastante bien en los tópicos de la novela policíaca.
Por otro lado, algunas cuestiones de la historia me han parecido previsibles (me las guardo para no revelar nada importante) y el conjunto empeora por los tintes románticos, que me gustaron menos que la trama de intriga. En concreto, no me creí la relación entre Micaela y Luka: se conocen desde hace poco y están en una situación límite, pero a pesar de ello tienen tiempo para tener pequeños piques y sentir atracción mutua. Personalmente, no me parece verosímil que en un contexto tan duro (¡se están jugando la vida!) actúen de ese modo, me habría gustado más que al principio solo se centraran en su cometido y que el sentimiento naciera poco a poco (así suele hacerlo Dan Brown: dos personas que trabajan duro para resolver el misterio y no culminan su atracción hasta el final).
En general, Un adiós sin nombre se puede definir como una novela sencilla que destaca por esa mezcla de intriga y romance. El estilo de la autora también contribuye a ello: es fácil de leer, contiene abundante diálogo y demasiadas exclamaciones (generalmente por esa actitud miedosa de Micaela). Además, tengo que decir que la obra tiene bastantes errores de gramática y estilo, por lo que recomiendo que la próxima vez que publique solicite antes las correcciones necesarias.