Cuando sucedió nadie podía creerlo, incluso a él le parecía que todo era un sueño.
Aquel objeto tan grande, hecho de uno de los materiales más relucientes estaba en las manos de uno de sus ídolos, rozaba el cielo, era el símbolo de la victoria más esperada.
Todo lo que sentía empezó un 18 de marzo de 1919, nunca se cansó de defender sus sentimientos, siempre supo lo que fue sufrir, pero hoy ya le tocaba experimentar la ansiada y esperada conquista.
Todo el mundo le decía que era mejor dejar ese amor, que casi siempre que se veían acababan hechos polvo, aunque los buenos momentos eran más que perfectos.
Él no se daba cuenta, el tiempo pasaba y la gente criticaba aquello que él amaba y sentía una tristeza que solo el entendía.
Es muy fácil cambiar de amor, dejar todo aquello que se siente, es más, según todos los que le rodeaban y le aconsejaban él no recibía nada a cambio, solo sentía y amaba, y parecía que eso no era correspondido.
Él afirmaba con rotundidad que el día que simplemente pensara en olvidarse de todos sus sentimientos, no merecería formar parte de lo que para él era un pedazo de su vida, algo que formaba parte de su corazón.
No era un amor de dinero, ni de belleza, se trataba de un amor de vida y sobretodo de orgullo. Se sentía privilegiado de saber que será un amor que iba a morir en su interior.
La distancia les separaba semana tras semana, pero nada era tan especial como poder dejar de lado la soledad y disfrutar conjuntamente de la alegría que sentía cada vez que veía aquello que amaba, aquello por lo que lloraba, pero sobre todo aquello por lo que sabía lo que realmente era el amor.
La injusticia era una de las peores sensaciones, pero él estaba dispuesto a superarla, porque sabía que no podía rendirse, que su apoyo era necesario y que siempre queda tiempo para un suspiro más, a veces el último suspiro de todos.
Se sentían satisfechos el uno por el otro, se echaban muchas veces de menos, pero lo más sorprendente es que el odio también lo habían experimentado juntos, superándolo siempre con la esperanza que pasase lo que pasase nunca perdían.
Juntos habían conquistado triunfos, habían alcanzado las estrellas y logrado hazañas inolvidables y aparentemente imposibles de conseguir. Últimamente no experimentaban la alegría, no compartían sonrisas solo hacían que sufrir, pasando por los peores momentos, eso sí, siempre juntos.
Su historia era grande, y no todo el mundo la conocía pero era algo especial, algo que solo él entendía y que había conseguido superar todos los obstáculos que la vida les había puesto en su camino, porque nada podía pararles, juntos podían con todo y con todos.
Un año complicado de su vida, un 2004 que empezó un 1 de enero como otro cualquiera, pero ya era agosto y día tras día había llegado el día que esperaba con ansia, era 27 y sus nervios permanecieron a flor de piel durante unos interminables 90 minutos, hasta que su amor, su vida, su orgullo, su Valencia Club de Futbol levantaba contra el Oporto la Copa UEFA, eran campeones de Europa.