Magdalena me dijo que me daba 100 palabras para enamorarla. Me quedan 88 y aún no sé qué decirle. Magdalena me ha dado 100 palabras y una esperanza. No es mucho, dirán algunos, pero eso es porque no la conocen como yo. Me quedan 45, y se me ocurre algo. Es una idea pequeña pero tal vez funcione.
Busco sus ojos negros, y me paro frente a ella. La miro, como si mirara por primera vez la ciudad y me pregunto si alguien habrá tratado de enamorar una ciudad con 100 palabras.
Me decido y le digo:
» Hola, Magdalena.