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Revista Cine
Al igual que en la magnífica Después de nosotros, en su nueva película Joachim Lafosse explora las relaciones de pareja, pero esta vez en un tono muy distinto. El conflicto de Un amor intranquilo no viene del desamor y posterior divorcio, sino de la enfermedad mental que sufre el miembro masculino de la pareja, una bipolaridad que hace de él un competente pintor, pero a la vez le hace sufrir episodios de insomnio y locura que llegan a poner en peligro a su hijo, un crío que quiere con locura a su padre y que sufre con una pasión impropia de su edad la injusta situación. Leila, la mujer, se mueve entre la piedad y el hartazgo, pero no encuentra la salida al laberinto en que se ha convertido su existencia. Película de tono humanista que se apoya ante todo en la solidez de sus interpretaciones, el punto fuerte de la misma es la angustia permanente que logra transmitir al espectador. Pero, aparte de eso, Un amor intranquilo se hace un tanto larga y reiterativa, ya que retrata una y otra vez las mismas situaciones.