Revista Opinión

Un amor secreto

Publicado el 26 marzo 2019 por Carlosgu82

Mientras los pueblos se dividen entre derechas e izquierdas y los odios se manifiestan en escenarios dantescos, tenemos detrás esa élite, esa que a través de los tiempos ha sido capaz de dopar a millones de personas y que en conjunto dominan la raza humana.

Han sido tan eficientes en sus quehaceres que nos han manipulado desde diversos ángulos,  la religión, la educación y la política, convirtiéndonos en seres obedientes y creyentes.

Todo esto nos hace seguir conductas, con las que se les facilitamos lograr sus ambiciones.

Una de las peores conductas en la que caemos, es el temor a hacer el ridiculo, por ende intentamos no salir de los esquemas con los que fuimos programados.

Esto significa que preferimos mantener criterios acerca del acontecer cotidiano que se encuadren a las posturas de masas, es ahí donde nos inclinamos hacia derecha o izquierda, pero en muy rara ocasión alguien se atreverá a ir más allá y poner en riesgo su cordura frente al resto.

Es triste e incómodo salir de la zona de confort, para dimensionar y entender especialmente aquello que llamamos política. Preferimos decir lo están haciendo bien, o lo están haciendo mal, en vez de ser capaces de despertar.

Y qué más podría ser entonces la política, sino solo una red de mafiosos que se mueven a través del planeta en constante orgía, claro que no todos están al mismo nivel, ya que existen aquellos que son los mafiosos de mafiosos y por ende llevan la corona. Son aquellos que van un paso adelante y ni siquiera estoy hablando de los mandatarios que vienen y van, sino de aquellos mafiosos que casi nunca vemos o ni siquiera hemos visto o escuchados hablar de ellos y son quienes tienen incluso el poder de poner en el poder a quien más le acomode.

Ellos, que a través de maquiavélicos complot han sido capaces de asesinar a su propia gente para encontrar apoyo en el resto del mundo e iniciar guerras, con el solo afán de alcanzar el orgasmo del poder.

Esos mismos que hace años quieren las riquezas de Venezuela, pero que a la vez su sentido común les ha enseñado que no se puede iniciar una guerra con estrategias ridículas ya utilizadas por ellos mismos en el pasado, por lo que les ha tomado una cantidad no menor de años llevar a cabo el plan perfecto.

Es entonces que comienzas a darte cuenta de la confabulación, casi perfecta, es más, con la venia del mundo, incluso de aquellos mismos que no tienen idea que el bueno es en realidad el malo, pero no por ésto, aquel a quién todos apuntan, deja de ser malo y además un monigote puesto allí para ser el chivo expiatorio de la justificación.

Porque es precisamente la justificación,  la que aquellos poderosos necesitan para saquear las riquezas de aquel bello país.


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