- Los miserables (2012) – Tom Hooper (cine). Una delicia. De los pocos musicales clásicos que no había visto jamás. Aún se me ponen los pelos de punta con la canción cantada por el crío. Espléndida.
- MS1: máxima seguridad (2012) – James Mather y Stephen St. Leger. Una canallada enmascarada como ciencia ficción. Carne de perro simpática, a la que uno coge cariño desde los títulos de créditos, esculpidos a hostias sobre el careto de Guy Pearce. Para nostálgicos ochenteros.
- La puerta del cielo (1980) – Michael Cimino (cine). Una obra mayor. Muy grande, tan grande y tan desmesurada. La leyenda negativa la persigue, la hace la responsable final de la destrucción del cine de autor americano de los setenta. Por megalómano y consentido. El último cine para adultos que Hollywood produjo. Hay que verla sin prejuicios, despojada de esa aura de fracaso y malditismo que arrastra. Western crepuscular, moderno, social y maravilloso. Imprescindible
- Sombras tenebrosas (2012) – Tim Burton. Lo de Burton ya es preocupante. Se ha convertido en una parodia de sí mismo, su universo se derrumba película a película, desgastado por el tiempo y la repetición de fórmulas ya manidas. Esta película es un auténtico despropósito. Mala hasta molestar.
- Quantum of solace (2008) – Marc Foster. A mí, que James Bond me la suda desde siempre, que no he soportado nunca ni las de Sean Connery, ésas que algunos dicen que marcan el canon y que son estupendas pero que me parecen inaguantables, aburridas y antiguas, muy antiguas, he de decir que al menos esta nueva etapa que protagoniza Daniel Craig me entretiene. Bourne se ha encontrado con Bond y el encuentro rejuvenece al anciano agente
- The master (2012) – Paul Thomas Anderson (cine). Una de las mejores películas de 2013. Compleja, sutil, ambiciosa, profunda y apasionante. Interpretaciones increíbles para la historia de amor y rencor entre dos tarados: uno que construye lentamente una secta que gira alrededor de su supuesto carisma y otro que trata de encontrarse a sí mismo y dar sentido a su vida desde sus evidentes limitaciones mentales. Philip Seymour Hoffman y Joaquin Phoenixbordan ambos papeles. Genial e imprescindible
- En la ciudad (2003) – Cesc Gay. Funciona, a pesar de sus defectos. Película coral de historias entrecruzadas en las que mujeres y hombres en la treintena muestran sus dudas y sus miserias, sus fracasos y sus decepciones vitales en una Barcelona burguesa y pre-crisis.
- Margaret (2011) – Kenneth Lonergan. Una distribución polémica retrasó su estreno durante años, un director desconocido para el cine pero con un pasado prestigioso en el teatro y una historia de culpa y redención que en manos de cualquier otro podría haber terminado en una telefilm de A3. A pesar de todo eso la película es estupenda, profundizando como pocas en la intensa y contradictoria realidad adolescente, con una Anna Paquin volcada en su papel. Recomendable.
- Desafío total (2012) – Len Wiseman. Innecesaria, aburrida, convencional, todo muy digital, eso sí y con mucho ruido y mucho efecto abrumador. Envolviendo la nada y vaciando de discurso y de sustancia a Philip K. Dick. Basura.
- Amor (2012) – Michael Haneke (cine). La enfermad y la muerte. El paso del tiempo. El amor, la cotidianeidad. Haneke en estado de gracia. Contiene una de las frases más hermosas de la historia del cine. La dice la protagonista, ya con evidentes problemas de memoria y movilidad por culpa de una enfermedad degenerativa. Mira un álbum de fotos antiguo. Mientras lo hace, sentada junto a su marido, musita: "qué bonita la vida… y qué larga". Impresionante.
- Brave (2012) – Mark Andrws, Steve Purcell y Brenda Chapman. No termina de ser redonda la que debiera haber sido una película fundamental para desterrar a las puñeteras princesitas desvalidas de los dibujos animados (que tanto daño hacen a nuestras niñas). Hermosa la relación entre la madre y la hija. Buena la música y la ambientación, pero fracaso a la hora de encontrar el tono y el camino de una historia que no termina de emocionar.
- Django desencadenado (2012) – Quentin Tarantino (cine). Me gustó mucho cuando la vi pero a medida que pienso en ella me va dando cada vez más pereza y más defectos le voy encontrando (más allá de ese horrible epílogo con el que termina). Tarantino, de todas formas, conserva su habilidad para construir fantásticas microhistorias dentro de sus películas y para la posteridad quedará ese maravillosa secuencia ridiculizando a los miembros del Ku Klux Klan
- Tenemos que hablar de Kevin (2011) – Lynne Ramsay. Malsana y perturbadora. Muestra el odio entre una madre y un hijo desde que éste nace. O la incomprensión. O el dolor por la imposibilidad de cariño. Y sus consecuencias. Una película excelente.
- El ladrón de cadáveres (1945) – Robert Wise. Una ambientación expresionista para un clásico apasionante con interpretaciones magistrales de Lugosi y Karloff. Una delicia
- Mala sangre (1986)- Leos Carax. Explosión de color para un evidente homenaje al primer Godard y a la nouvelle vague. Va más allá, tiene peso por sí misma y confirma la excelencia de Carax.
- Ted (2012) – Seth MacFarlene. Desenfada película del creador de Padre de familia en la que un oso de peluche cobra vida para convertirse en el mejor amigo de un niño. El oso cabrón mola un rato pero al final la propuesta se desinfla. Eso sí, los intentos del oso para despedirse de su trabajo insultando a su jefe no tienen precio. Prescindible.
- El sueño de Cassandra (2007) – Woody Allen. Drama de ese Allen que se aleja en ocasiones de la comedia para indagar en las miserias humanas sin recurrir al humor. Liviana e intrascendente.
- Lincoln (2012) – Steven Spielberg. Se desinfla con el tiempo. Como le va a sucediendo a Spielberg con los años. Una factura perfecta y una dirección tan impecable como sin alma para un drama político excesivamente didáctico que no permanecerá en la memoria del cine.
- Skyfall (2012) – Sam Mendes. Intento de darle cierto empaque intelectual al Bond más físico y menos presuntuoso de la historia. No lo consigue del todo. Bien dirigida, a ratos convence pero termina haciéndose pesada.
- Argo (2012) – Ben Affleck. La sorpresa del año. Ganadora del oscar a mejor película. Los excesivos halagos la debilitan porque no es en absoluto la gran película que nos han querido vender. Drama político bien construido en el que la tensión crece a medida que mayor es el peligro de que se descubra la identidad de los personajes en un Irán revolucionario. Se deja ver y entretetiene, pero poco más.
- Dredd (2012) - Pete Travis. Nueva adaptación al cine de este superhéroe, en este caso más fiel al cómic original que la cinta protagonizada hace años por Stallone. Funciona como serie B y como pasatiempo. Curiosos los efectos de esa droga futurista que ralentiza el paso del tiempo. Intrascendente.
- Lo imposible (2012) - Juan Antonio Bayona. Sensiblera, aburrida, artificiosa. No sólo aburre sino que también abochorna. Sigo sorprendido por su enorme repercusión. Tal vez sea cosa mía pero me pareció un auténtico truño. Inaguantable. De principio a fin. Qué cosa más mala.
- No (2012) – Pablo Larraín (cine). Una película pequeña de enorme calidad. Narra los entresijos de la campaña política previa al referéndum que se llevó por delante a Pinochet en Chile. No sólo funciona como relato de lo sucedido sino que abre puertas para una reflexión más profunda sobre esos “legendarios” triunfos sobre dictaduras enmohecidas que sólo sirven para que el poder lo detenten los mismos a través de nuevas formas políticas que algunos creen que son democráticas. Muy recomendable.
- Old boy (2003) – Park Chan Wook. Sorprendente, impactante, retorcida y con secuencias que quedan para siempre en la memoria. Un despiporre visual y argumental. Absolutamente recomendable
- Fin (2012) – Jorge Torregrosa. Pura cochambre. Lo peor del cine español expuesto ante los ojos del espectador. Pésima elección de casting, una historia idiota basada en un libro que tuvo en su momento cierta repercusión, una puesta en escena pobre y una evidente falta de pericia para manejar los resortes de tensión que la historia al menos demandaba. Mala de narices.
- El fuego de la venganza (2004) – Tony Scott. La primera hora y media de película son de lo mejor que he visto de Tony Scott, con un Denzel Washington impresionante al que da réplica una Dakota Fanningmagistral, que asusta por su capacidad interpretativa. Aunque decae en la parte final estamos ante una película de género más que interesante.
- Looper ((2012) – Ryan Johnson. Viajes en el tiempo y paradojas temporales para una película extraña y sugestiva, con aires de cine independiente, que se deja ver con interés hasta el final. Para amantes de la ciencia ficción.
- Pefect sense (2011)- David Mackenzie. Ciencia ficción blandita que plantea un futuro cercano en el que los seres humanos van perdiendo la capacidad de sentir. La crítica social no termina deser potente enmascarada tras una ñoña historia de amor. Pasable. Olvidable.
- Red state (2011) – Kevin Smith. Hay mucha mala baba en esta película: una crítica a la intolerancia de los fundamentalismos religiosos que intentan determinar la vida de los americanos. El mejor Kevin Smith de los últimos años. Ha pasado desapercibida y es una película a reivindicar
- El atlas de la nubes (2013) – Hermanos Wachoski y Tom Tykwer. A mí me gustó mucho. Intensa, emocional, ciencia ficción determinista, de historias entrecruzadas en el tiempo, tal vez de excesiva duración y con demasiados altibajos pero algunas de sus historias calan en el espectador, conmueven. Y su música permanece para siempre en la memoria.
- Corre Lola, corre (1998) – Tom Tykwer. Decepción. De las gordas. Años escuchando hablar de lo buena que era esta película para encontrarme un juego cinematográfico posmoderno que ya se ha hecho viejo en quince años y que agota su propuesta al rato de empezar por lo que a pesar de su corta duración aburre hasta el hastío. Por muy bien que corra Franka Potente. Un coñazo.
- Pequeñas mentiras sin importancia (2010) – Guillaume Canet. Amigos de siempre, ya treintañeros y con responsabilidades, reunidos para pasar de nuevo unas vacaciones juntos. Como tantas veces en el pasado. Pero han cambiado, la vida los ha cambiado y terminan apareciendo las pequeñas miserias y los rencores. Un subgénero en sí mismo éste de los reencuentros de amigos para analizar la enorme distancia entre lo que se dijo de joven y lo que se hizo de adulto. La película funciona, los personajes son creíbles y la foto de la generación transmite el dolor del paso del tiempo.
- Los ojos sin rostro (1960) – George Franju. El cine fantástico de serie B nos ha dejado en la historia algunas joyas ocultas que pasan desapercibidas pero cuya influencia posterior en nuevos creadores es inmesa, Me encanta el blanco y negro de esta película, la sensación de opresión, de inevitabilidad respecto a lo que va a suceder. Por no hablar de la poesía y la belleza de su último plano. Buenísima
- La noche es nuestra (2007) - James Gray. Un sólido drama, de gran intensidad, con una dirección firme e interpretaciones poderosas. El determinismo familiar y la imposibilidad de vivir al margen del pasado y de la familia marcan el desarrollo vital del protagonista. Cine para adultos que parece de otra época. Muy interesante
- After (2009) – Alberto Rodríguez. Una sorpresa. El casting no presagiaba nada bueno pero por otro lado el director significaba la promesa de un cine serio y de calidad. Dos amigos y una amiga se vuelven a reunir durante una noche de fiesta en la que surgen todas las miserias de sus vidas, de su pasado y la certeza de ser incapaces de encarar el futuro. Muy interesante la construcción del guión que utiliza el “efecto Rashomon” para que el espectador no se conforme con la típica "visión imparcial" que la cámara omnisciente ofrece de los hechos, sino que sea testigo de la versión sesgada que cada personaje construye de lo sucedido. Porque aunque los tres son conscientes de sus defectos y su decadencia también saben que deben convivir consigo mismos y no pueden dejarse hundir por completo en el lodazal.
- Teniente corrupto (1992) – Abel Ferrara. Una decepción. Mucha miseria, mucho dolor, mucha corrupción en una película que pretende ser excesiva pero que no termina encontrar su voz ni su discurso.
- Total (1983) – José Luis Cuerda. Mediometraje hecho para TVE con el que Cuerda experimentó con un universo propio y eterno que desembocaría en la genial e inolvidable Amanece que no es poco. Total tiene entidad en sí misma, personajes carismáticos y un sur-ruralismo desternillante. Genial. Por momentos brillante.
- La parte de los ángeles (2012) - Ken Loach. Entretenida, vitalista y magnífica película del Ken Loach menos encorsetado de los últimos tiempos. Una pequeña joya que mezcla el cine social típico del director con cierto acercamiento desenfadado a la trama que la humaniza. La mezcla proporciona frescura y ritmo a la película
- 7 vírgenes – Alberto Rodríguez. Cine social andaluz. Un acercamiento poco complaciente a esas barriadas periféricas de la Sevilla más cani. Creíble y dura. Buena película.
- El capitán América (2011) - Joe Johnston. Basura infinita. Previsible, arquetípica, patriotera. Aburrimiento absoluto. Un coñazo sin discusión. Y una reflexión: ¿no será que la producción de tantas películas malas, soporíferas, absurdas y cortadas por el mismo patrón basadas en los superhéroes clásicos del cómic lo que demuestra es que esos cómics (más allá de su discutible calidad pictórica) leídos en la niñez y en la adolescencia también eran una mierda? (algún amigo me va a matar cuando lea esto)
- Los últimos días (2013) – Hermanos Pastor (cine). Intento fallido de construir cine de género apocalíptico por las calles de Barcelona. La premisa resulta interesante pero el conjunto chirría de mala manera. La narración episódica carece de sentido del ritmo, los personajes se construyen con brochazos, los momentos de tensión no alcanzan a emocionar y el final es una de las cosas más lamentables que he visto en el cine en mucho tiempo
- El soplón (2009) – Steven Soderbergh. La película gira en torno al personaje interpretado por un Matt Damon volcado en su papel. Y ese personaje, las vueltas que da, las mentiras con las que sobrevive y de las que se alimenta, así como su imposibilidad para deslindar la fantasía de la realidad, es el que hace que la película crezca y termine resultando estimable.
- Reencuentro (1983) - Lawrence Kasdan. Tal vez la mejor de esas películas de treintañeros nostálgicos desencantados con sus vidas que se vuelven a reunir para revivir un pasado que ya no existe y que sólo se hace presente en los rencores acumulados y la incomprensión por los caminos vitales tomados. Un guión perfectamente construido y una dirección firme de actores hacen de esta película una joya del cine americano de los ochenta
- Los amantes de la noche (1948) – Nicholas Ray. Una maravilla. La relación de dos adolescentes embarcados en una odisea de delincuencia e incomprensión. No tiene precio la secuencia en la que intentan ser normales, como los otros, como los que no viven en el alambre. Y no lo consiguen. Imprescindible
- El impacto del cine digital (2012) – Christopher Kenneally. Documental sobre los efectos de la llegada del cine digital, las posibilidades que ofrece y algunos de sus peligros. Interesante pero con menos sustancia de la esperada.
- Efectos secundarios (2013) – Stephen Soderbergh (cine). Una trama retorcida en un pobre intento más de emular al maestro Hitchcock. Mucho giro de guion y mucha sorpresa intrascendente en una película con una factura técnica impecable pero que carece de alma ni sustancia. Eso sí, su visión no molesta.
- Oblivion (2013) – Joseph Kosinski (cine). Una primera hora más que interesante no salva del fracaso a una historia de ciencia ficción que termina siendo ñoña y convencional. Película a película Hollywood va destrozando planteamientos argumentales con mucho potencial para conseguir productos clonados con las dosis justas de originalidad al servicio de un público adocenado que parece demandar sólo ruido y efectos especiales. Pura cinecaína.
- El profesor (2011) - Tony Kaye. Algo manierista en la forma pero con un contenido potente donde la típica historia del profesor salvador de alumnos rebeldes en centro educativo conflictivo va más allá de convenciones y lugares comunes. Interesante. Deja cierto poso.
- En un lugar solitario (1950) – Nicholas Ray. Un Bogartextraordinario. Una historia fascinante. Las debilidades del ser humano al descubierto. La duda como detonante de la destrucción. Y una dirección a la altura de lo que se quiere contar. En definitiva, un peliculón de los de antes.
- Iron sky (2012) - Timo Vuorensola. Una gamberrada cuya enloquecida premisa es que los nazis se han escondido durante cincuenta años en la cara oculta de la Luna, para ser descubiertos por una astronauta americano negro justo cuando están preparados para invadir la Tierra. Un disparate total que funciona mejor mientras más se acerca a la caricatura y al desmadre. Para pasar una buen tarde de sábado con los colegas
- Nunca me abandones (2010) – Mark Romanek. Una curiosidad interesante que plantea uno de esos dilemas ético-científicos al que probablemente que la humanidad deberá enfrentarse próximamente de una manera u otra. Ciencia ficción de corte intimista que no termina de levantar nunca el vuelo ni de convertirse en gran película, pero que se deja ver con agrado
- Stoker (2013) – Park Chan Wook (cine). Una puesta en escena suntuosa y espectacular al servicio de un thriller más bien convencional, con personajes que rayan la caricatura. Se salva por el magnetismo que irradia Mia Wasikowska y por la dirección firme y estilizada de un Park Chan Wook en su primera incursión americana. Para disfrutar de la belleza del cine y de las imágenes que nos ofrece cuando se es consciente de sus posibilidades.
Magazine
Éstas son las películas nuevas (no tengo en cuenta las revisiones) que vi durante el año que acaba de finalizar. Aclaro, mediante la palabra cine, las que vi en pantalla grande. Están ordenadas cronológicamente, según las vi. Separo la lista en dos partes para hacer más digerible su lectura.
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