Llegó el 1 de Septiembre, y puntualmente, como todos los años, los niños comenzaron el colegio y el instituto, en una hermosa fiesta de presentación, tan típica en estos lares. Poco después, el día 5, primer lunes de mes, comenzó la universidad. Aún recuerdo un 31 de Agosto en el Balaton, donde los negocios bajaban las persianas, las baldas de los supermercados estaban casi vacías y los turistas cargaban los coches de maletas, puntuales, terminando la temporada turística con rigurosa fecha. Porque aquí todo comienza y termina antes. Incluyendo los días, que amanecen mucho antes que en España (sobre las 6 de la mañana en Septiembre), hora en la que abren los comercios, la gente sale a hacer los recados y comienzan su jornada.
Este Septiembre se cumple un año de la brutal crisis migratoria que vivió Hungría, y que puso este pequeño país centroeuropeo en las portadas de la prensa internacional, y en las cabeceras de los telediarios de todo el mundo. Que manipularon las noticias hasta la saciedad, como tienen por costumbre la mayoría de medios de comunicación hoy en día. Y precisamente, tras un año de todo aquello, llega la celebración de un referéndum en Hungría sobre las cuotas de la UE en materia de refugiados e inmigración, que ha levantado polvo en eso que llaman Unión Europea (que no sé hasta qué punto está unida y mucho menos en qué medida representa a los europeos).
Jornadas de caos migratorio en Budapest hace un año. Miles de personas cruzaron el puente Erzsébet con intención de ir caminando hasta Austria.fotografía: index.hu
Ya expliqué en entradas previas del blog que varios países del este de la UE se opusieron a estas famosas cuotas, analicé la sinrazón y el poco sentido de las mismas en esta entrada. De todos los países que se opusieron a este sistema de cuotas obligatorias, Hungría ha ido un paso más lejos, hasta el punto de organizar un referéndum. No es que sea vinculante, pero sí que el resultado puede ser utilizado por el gobierno como medida de presión de cara a la UE, y es que, en esta Europa tan "democrática", el hecho de celebrar un referéndum que pueda tener un resultado contrario a los intereses de Bruselas es algo que no ha hecho mucha gracia a los jerifaltes de la UE, que han tenido que hacer malabares léxicos, con más pena que gloria, para tratar de justificar que un referéndum es antidemocrático.
Una muestra de todo esto: recientemente leí la noticia de que Luxemburgo pedía la salida de Hungría de la UE por violar los valores democráticos de la Unión Europea. La respuesta del gobierno húngaro no tiene desperdicio, recordando que precisamente Luxemburgo fue un paraíso fiscal hasta el año pasado, donde muchas de las principales multinacionales evadieron millones de euros en impuestos al tributar al 1% en Luxemburgo sus beneficios de toda la Unión Europea, en lugar de hacerlo en cada país de la UE de forma individual, en un caso que salpicó al propio presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, ya que entonces él era el primer ministro de Luxemburgo. Quizás, entonces, debería ser Luxemburgo expulsado de la UE por ir contra sus propios ciudadanos, al permitir que millones de euros de impuestos fueran desviados a paraísos fiscales en lugar de ir a las arcas públicas, tan necesitadas en estos tiempos.
La crisis migratoria ha entrado desde hace ya varios meses en una fase silente, crónica, al ralentí. La prensa apenas habla ya del tema, el número de inmigrantes ha descendido considerablemente, pero siguen llegando día tras día a las islas griegas y a la frontera húngara, en su camino a la Europa rica. Las escasas noticias que han salido a la luz sobre este asunto han sido los inmigrantes que países como Suecia, Alemania o Austria quieren devolver a Hungría, en virtud de los acuerdos de Dublín, que rigen que el primer país que de la UE que pise un solicitante de asilo es quien debe encargarse de él. Y dado que muchos entraron por Hungría, los países que fueron destino final de estas personas quieren ejercer su derecho de devolución. Eso sí, este tema ha pasado mucho más desapercibido que cuando declaraban que iban a acoger a no sé cuantos mil refugiados. Hungría ha mostrado su malestar, no sin razón, ya que argumentan que en realidad el primer país Schengen que pisaron fue Grecia, la gran puerta de entrada de esta ola migratoria, así que es a ellos a quienes tienen que pedir cuentas y no a Hungría. Por no hablar de que el protocolo de Dublín fue violado innumerables veces por muchos países de la UE y que, de facto, quedó prácticamente anulado.
Un grupo de inmigrantes caminan por Budapest con fotografías de Angela Merkel. La canciller alemana es una de las principales responsables de este desastre. Para muchos de ellos (la mayoría no eran sirios), todo el viaje fue en vano, y serán devueltos finamente a sus países de origen.fotografía: index.hu
Sobre el tema del referéndum de las cuotas quería escribir una extensa entrada, pero el blog Crónicas húngaras se ha adelantado, con un trabajo excelente al cual me remito en este link que lleva a su artículo. Poco más hay que añadir.
Así que quedamos a la espera de ese sábado 2 de Octubre, en el que se celebra el referéndum, donde el gobierno hará la pregunta de "¿Quiere que la UE, sin la aprobación de la Asamblea Nacional, imponga el asentamiento obligatorio de ciudadanos no húngaros en Hungría?", donde necesita al menos un 50% de participación para que sea válido, y a la espera de mi próximo viaje a Hungría en ese mismo mes, en el que volveré a pisar tierras magiares.
En Hungría nadie duda de que va a ganar el "No", de hecho, viendo el panorama y las encuestas, los pocos partidos políticos que están a favor de las cuotas han pedido la abstención. El asunto es si la participación llegará a ese 50%, por ello el gobierno ejerce una intensa campaña a favor de la participación y del "No" en el referéndum, hasta el punto de que muchas veces parece que no hay problemas más graves en el país. Pero Orbán y su gobierno saben que se juegan mucho, y que están cerca de poder hacerle una buena "peineta" a Bruselas, que les daría muchos votos y apoyo, y no solo en Hungría. El grupo Visegrád se ha consolidado como una alternativa al eje tradicional Berlín-París, de hecho recientemente se habló en Austria de la posibilidad de unirse a los países de este grupo (formado por Polonia, República Checa, Eslovaquia y Hungría, sumando unos 60 millones de habitantes y más de medio millón de kilómetros cuadrados, siendo su origen una alianza entre eslavos y magiares en el siglo XIV, y su reactivación tras la caída del muro de Berlín). Lo cierto es que económicamente están muy por detrás del eje francogermano (son de hecho una colonia económica de dichos países), pero su influencia política dentro de la UE ha alcanzado niveles jamás vistos.
Gobierno húngaro, con el primer ministro, Viktor Orbán (el segundo por la derecha).fotografía: index.hu