Revista Diario

Un año sin ti

Por 1maternidad_diferente
Pequeña Flor:
Tantas cosas que decirte y un nudo en la garganta tan grande que no sé por dónde empezar. El otro día recordaba, casi sin darme cuenta, que hacía ya un año que descubrimos que tu corazón había dejado de latir en mi interior. Y ese descubrimiento, ya de por sí fatídico, dio paso a una de las peores experiencias de mi vida. Un periplo triste y de separación cuando un parto debería ser un canto a la vida y a la fecundidad.
Dar oscuridad, en lugar de dar a luz... Crear muerte en lugar de crear vida... Y hacerlo en un ambiente frío y hostil, reclamando pequeños huecos y espacios para la despedida antes de ver mi cuerpo un poco más mancillado por la maquinaria médica. Y lo peor de todo: tu ausencia.
Y aquí estamos, un año después, llorando todavía las dos por esta separación. Y, sin embargo, también felices por ese hermanito que viene de camino, que ha vuelto a llenar de vida la pequeña cueva que tu dejaste tan solitaria, tan llena de vacío. Y ya con la fecha cumplida, con el aniversario conmemorado, vuelvo a ti para celebrarte, para recordarte, para reivindicar tu espacio único, que no por ser más etéreo deja de ser tu espacio propio en esa familia.
Y quizás necesito pedirte permiso, por esa culpabilidad que nos colgamos todas las madres desde el primer momento. Permiso para disfrutar de este parto, para desbloquear mi cuerpo, para sentir y vivir sin tapujos todo lo que está por venir. Sé que no necesito hacerlo, sé que desde tu estrella nos miras, sonríes y asientes, quizás solo sintiendo el hecho de no poder estar más cerca para acompañarnos en esta nueva etapa del viaje.
Querida Pequeña Flor, quisiera pedirte un favor muy grande. Un favor enorme. Quédate cerca. No te vayas lejos, tienes las puertas abiertas. Me gustaría que acompañaras a tu hermano en este viaje, que le cogieras de la mano y le guiaras amorosamente hacia su nueva vida, llena de incertidumbres, pero vida al fin y al cabo. Que le dieras fuerza y seguridad. Sois hermanos y eso es un vínculo imborrable. Él puede estar tan seguro como tú de mi amor, del de su padre y sus otros dos hermanos, pero quizás tú más que nadie puedas acompañarle ahora de corazón a corazón.
Me gustaría que no fueras una mera acompañane en el proceso sino que aprovecharas la ocasión para vivir la experiencia que te fue negada. No el amor de tu madre, que ese siempre lo tuviste, pero si un viaje inciático lleno de gozo y no de pesar, porque tú también te mereces disfrutar de esa experiencia como la que más.
Me gustaría sentirte de nuevo dentro de mí y alumbrarte caliente y húmeda hacia una nueva dimensión. En realidad, me gustaría alumbrarte hacia una nueva vida, pero eso es imposible. Lo cambio por una nueva dimensión en nuestra relación, una nueva maternidad para ti y para mí, en la que esa experiencia traumática ya no se interponga entre nosotras y podamos estar más cerca, más unidas que nunca, dando fuerza a esta familia para afrontar todos los retos que tenemos por delante.
Y que de la mano, de corazón a corazón, tú y yo encontremos también fuerzas dar la bienvenida al benjamín de la familia, para encontrarle su propio sitio y para animarle en su lucha particular.
Queridos hijos. Os espero. Os deseo. Os amo.

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