Revista Comunicación
Un año, una noche -el amor en los tiempos del terrorismo
Publicado el 26 octubre 2022 por Jorge Bertran Garcia @JorgeABertran¿Qué habría pasado si los protagonistas de Un año, una noche no hubiesen estado en la sala Bataclán, en París, el 13 de noviembre de 2015? ¿Habrían sido más felices Ramón y Céline? ¿Se habrían querido más? ¿Habrían cambiado de trabajo? ¿Serían menos racistas? ¿Habrían bebido menos vino, fumado menos porros, tomado menos pastillas? Esta gran película de Isaki Lacuesta explora las consecuencias de un hecho traumático -el atentado terrorista en el que murieron 89 personas- en una pareja que intenta seguir con su vida tras afrontar una realidad -la del odio, la violencia y la muerte- que la mayoría de nosotros experimentamos solo a través de las noticias. La película es un absorbente drama íntimo que explora las emociones de sus personajes principales, interpretados por dos grandísimos actores: Nahuel Pérez Biscayart y una inmensa Noémie Merlant. El guión de Lacuesta, Isa Campo y Fran Araújo -basado en el libro autobiográfico Paz, amor y Death Metal de Ramón González- nos muestra el día a día de estos supervivientes, que intentan dejar atrás el trauma, cada uno a su manera, acosados por los recuerdos del atentado, que aparecen como intensos flashbacks. Es una película sobre el peso del pasado en el presente.
Nunca veremos a los terroristas, ni a los fallecidos, porque no es esa la intención de Lacuesta, que deja que sus estupendos actores reflejen en sus rostros, en sus palabras y en sus cuerpos, el horror de lo ocurrido. ¿Estamos preparados para la barbarie? Hay países, realidades, en las que una sociedad convive con la violencia, con la guerra, con la ausencia de derechos humanos. Pero en el primer mundo, en occidente, en Europa, vivimos anestesiados por las redes sociales, los medios de comunicación, la música, la terapia psicológica... Mientras Ramón y Céline sufren en silencio el trauma, su entorno, los que no estuvieron en la sala Bataclán, relativizan, envían mensajes con frases ridículas pidiendo amor y no odio, hacen bromas con futuros atentados como supuesta provocación. Lacuesta, cuyo cine siempre ha difuminado la frontera entre la ficción y el documental, presenta los hechos del atentado, los coloca en un contexto social y político y por encima de esto fabrica una preciosa historia de amor, sobre dos jóvenes encerrados en un piso de París que no pueden olvidar lo que pasó una noche en la que quizás habrían debido quedarse en casa. Un año, una noche es una película dolorosa pero emocionante, que encuentra una terrible belleza en las partículas de pólvora flotando en el aire, en el brillo metálico de las mantas térmicas con las que se cubre a las víctimas y en la mirada perdida de estas, incapaces de asumir lo que han sufrido en la peor noche de sus vidas.