Revista Cultura y Ocio
Algo más de un año ha transcurrido desde el lanzamiento, en mayo de 2012, de Las flores de Baudelaire. Han sido meses de intenso trabajo en donde un equipo muy motivado ha luchado por dar a conocer la novela, por encontrar a sus lectores, por abrirse un hueco en la saturada industria editorial. No ha sido fácil, menos en estos tiempos de crisis económica, oligopolios editoriales, cierre de librerías o piratería generalizada.
Muchos han sido los hechos significativos: la emocionante presentación inicial en público, el encuentro con lectores en distintas librerías del país, el recorrido por ferias del libro de todo tipo y condición, la presencia en medios de comunicación con entrevistas o reseñas, la mención en blogs literarios, la participación en conferencias como en la reciente FLIC, o el premio LEEMISTERIO 2012. Cada paso iba acompañado de la ilusión de ver que el boca a boca funcionaba, y que era necesaria una segunda edición e, incluso una tercera, como la que sacamos ahora en julio.
En todo este proceso, y en el previo de escritura y edición, he conocido momentos de euforia, pero también de desencanto y de soledad, claro. Hay demasiadas emociones puestas en un libro, en tu libro, como para que cualquier autor salga indemne de este tobogán creativo. Pero además el sistema editorial es demasiado injusto e ineficiente y hace que sientas cierta rabia por no haber obtenido mejores resultados.
Valoro la extraordinaria labor de una editorial pequeña e independiente, como es Alrevés, que se ha dejado la piel en el empeño. La gente de Alrevés ha sabido ofrecer ese apoyo que todo autor necesita para ultimar su obra, que no es poco, y después para colocarla, para venderla. Y lo ha hecho con generosidad, con elegancia, poniendo todos sus conocimientos al servicio de la novela, como si fuera lo más precioso que tuviera entre manos. Gracias, amigos.
Tras algo más de un año llega la semana, esa semana negra que todos conocemos, aunque sea por referencias, la de Gijón. Ahí también estarán Las flores de Baudelaire, finalistas del Silverio Cañada a la mejor primera novela negra del 2012. Es un buen colofón para tanto esfuerzo compartido de editores, compañeros de escudería, distribuidores, libreros, bibliotecarios, periodistas, blogueros, tuiteros y lectores. No sabemos lo que fallará el jurado pero, pase lo que pase, la fiesta sólo habrá comenzado, seguro.