No es plan de hacer una caza de brujas contra las patatas, ni llevarlas a la hoguera… (bueno, a no ser que sea para cocerlas, que es uno de los métodos más sanos para cocinarlas). Las patatas fritas serían el aperitivo perfecto si no fuera por la cantidad de calorías que las acompañan. Es el típico snack para comer con moderación, cosa que no siempre conseguimos porque además de un poco adictivas son una receta más que recurrente (y si tiramos de las de bolsa ni te cuento…).
Por eso estuve dándole vueltas a la cabeza para ingeniar una guarnición que fuera crujiente y sabrosa – como las patatas – pero tirando de verduras y cosas más sanas. Junté un ingrediente de aquí y otro de allá, y el resultado fueron unos bocados de calabacín con mozzarella y tomate.

Dejé que se cocinaran al horno bastante para que quedaran crujientes y este fue el resultado… Te animo a que lo pruebes – incluso si no eres ninguna apasionada de las verduras – porque son muy fáciles de preparar, resultones y perfectos para cenar o como aperitivos de una fiesta, si te toca presumir de tus dotes culinarias…
Ingredientes:
- 1 calabacín mediano
- 1 tomate de ensalada
- 1 bola de mozzarella
- Sal, aceite y pimienta
Corta las rodajas del calabacín para que te queden como de 2 o 3 milímetros de grosor, no más. Coloca las rodajas sobre un papel de horno en la bandeja y deja un poco de espacio entre ellas. Mejor que ‘pintes’ con aceite el papel para que después no se queden pegados y tengas que estar pegándote con la bandeja.

Corta el tomate en concassé (no te asustes con la palabreja… solo quiere decir en cuadraditos). Seca la mozzarella para evitar que suelte agua y córtala en cuadrados también.

En el centro de cada rodaja de calabacín coloca unos 2 o 3 cuadrados de tomate y otro par de mozzarella. Añade una pizca de sal y pimienta (mejor si es un molinillo de pimienta, así estará recién molida).

Con el horno precalentado a 180 grados, mete la bandeja unos 10 minutos. Después sube la temperatura para conseguir que queden bien dorados y crujientes con un último golpe de calor. Cuando veas que la mozzarella está empezando a dorarse, saca la bandeja con cuidado. ¡Y a disfrutar!
Si después de comer estos bocados de calabacín no echas de menos las patatas fritas, habré cumplido con mi trabajo ;).
Esther Garín
Twitter: @estherggarin
