A pesar de que nuestros conocimientos sobre botánica y cuidados de plantas son muy básicos, siempre nos gusta comprarlas bien pequeñas; apenas un primer brote con incipientes raíces. O ser nosotras las que, a partir de un tallo en agua, consigamos trasplantarlo en tierra para que continúen creciendo. En cualquier caso, que un vegetal agarre bien, se aclimate a la ubicación que hayamos dispuesto, y se desarrolle con fuerza y salud es un proceso que requiere de años y de paciencia. Pero nos encanta, y nos produce una enorme satisfacción, cuidar e ir observando los avances de nuestras amigas verdes, estación a estación. ¡Vamos, que la sensación es parecida a la de la maternidad! El tronco de brasil que veis en la primera imagen vive con una de nosotras desde hace veintiún años, medía, cuando llegó, no mucho más de quince centímetros. En este largo periodo de tiempo ha sufrido tres mudanzas, pero siempre, en cada nuevo hogar, se le ha respetado la misma orientación y el mimo en el trato ha sido continuo. Ella agradece esos cuidados desarrollándose así de bonita y de enorme, tanto, que le falta bien poco para llegar al techo... No sabemos qué hará cuando lo consiga, pero tenemos muy claro que seguirá ocupando un lugar de honor en el salón, y luciendo como el más preciado "objeto" del mismo.
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¿Tenéis algún árbol en casa?