Un arte extravagante

Las manifestaciones artísticas que el hombre ha creado a lo largo de su Historia, son una prueba de que es diferente de los demás seres vivos, al tener la capacidad de expresar sus emociones e ideas. Sin embargo, en varias ocasiones está sujeto a hacerlo según las modas que en su época están vigentes, modas que no aparecen de la nada, sino que son una manifestación de lo que se vive en ese período de tiempo.
El agitado siglo XVI, además del revolucionario arte del Renacimiento, vivió el cisma del cristianismo que originó la Reforma protestante, así como la consolidación del Absolutismo en los llamados Estados nacionales. De esta manera, surgió un arte que después del Renacimiento, manifestara las aspiraciones absolutistas y eclesiásticas: el Barroco.
La palabra barroco, viene de la traducción de portugués a francés de la palabra baroco, que significa en español "perla irregular" o "joya falsa". Pero ese nombre le fue dado a este arte, tiempo después de haberse dado, cuando los intelectuales ilustrados se referían a esta moda despectivamente, como retorcida y exagerada.
Personalmente, hasta mis 15 años tenía yo la idea grandota de que el barroco era el arte por excelencia del México virreinal, y que solo en esa época de la historia mexicana se dio, pero eso es una idea que es y no es. Pues si bien los españoles trajeron ese arte a la Nueva España, no fue la única, solo era una moda europea del siglo XVII hasta mediados del XVIII.
El barroco expresaba el poder absoluto de los monarcas europeos, a la vez que expresaba la influencia cultural de la Iglesia católica. Por esa razón, era un arte por igual sacro que profano. Caracterizándose por la monumentalidad y los efectos escénicos, exceso de adornos y rechazo al vacío. En el barroco, las demás artes pictóricas se subordinaron a la arquitectura; predominando las formas curvas sobre las rectas, como en el caso de las columnas en espiral de tipo "salomónica" que sostenían y decoraban las iglesias, como el Sagrario de la Catedral de México. Además de construir iglesias, la arquitectura barroca se especializó en el urbanismo y en los palacios, como la Plaza Navona en Roma, obra del italiano Lorenzo Bernini.
Como en esos tiempos no mucha gente sabía leer y escribir, el arte fue un elemento que la Iglesia usó para catequizar, atrayendo a los fieles que se habían sumado al Protestantismo y mantener en la fe a los que ya estaban en ella, pues el barroco es un arte emocional. No es "emo", sino emocional; no trata de dar lástima, sino conmover. De ahí que fueran relevantes las pinturas o esculturas de la pasión de Jesucristo o visiones y martirios de santos. Como ejemplos del arte barroco sacro están El éxtasis de santa Teresa (escultura) de Bernini y El Divino rostro (pintura) del novohispano fray Alonso López de Herrera. Y como ejemplos del barroco profano destacan los retratos, bodegones y paisajes, como Las Meninas del español Diego Velázquez.

Mientras tanto, las artes no visuales también eran contagiadas por esta nueva moda. La literatura en la forma de sonetos o redondillas exageraba en las palabras, tratándo temas sensibles y trágicos, sean la peste, sueños de grandeza o el amor. Un ejemplo de esta literatura es la extensa obra de Sor Juan Inés de la Cruz, monja novohispana de la que escribiré en otro momento, pero que es un buen ejemplo del barroco literario.

La música en esta época, salió de las iglesias y dejó de estar consagrada a ellas para ser un poco más laica. Por esa razón era tan flexible como las artes visuales. De esta forma podemos ver al sacerdote italiano Antonio Vivaldi componer las Cuatro Estaciones, o al prusiano Johann Sebastian Bach componer los Conciertos de Brandemburgo para el Magrave de esa ciudad o la Pasión según san Mateo para los oficios de Viernes Santo de 1729.
En este artículo, quizá me he extendido, pero a la vez he sido breve al describir sobre las manifestaciones barrocas en cada arte, pero ya tendré momento de enfocarme a alguna de ellas o a cierto tema en especial.