Están el PAU de Las Tablas. Mientras se construye lo que queda de las cerca de 15.000 viviendas planificadas, algunos viven con lo mínimo. Sus techos de cartón, contrachapado, o lo que encuentren, les cobijaron del frío y de la lluvia en invierno. Ahora sabemos quiénes son. Viven ahí, junto a las nuevas casas. Son unos vecinos más, aunque nadie los conozca. Es la paradoja de los nuevos habitantes del nuevo barrio. Vivir en un lugar con nombre pero sin identidad, donde nadie se conoce, donde la miseria surge frente a la sacrificada opulencia de los nuevos moradores de un lugar que fue campo abierto, tan abierto como ahora. Las Tablas, un lugar nuevo y extenso, tanto que no resiste la invasión apresurada de los nuevos habitantes a los que aplasta con su ansia de ser barrio. Y el nuevo barrio se queja y sus nuevos vecinos sobreviven de su limosna. (FOTO: Enrique F. Rojo, 2008)
Llegaron al PAU de Las Tablas en 2008 y desde entonces viven donde pueden. Unos en los descampados que aún quedan en el polígono, otros en los solares que han quedado vacíos donde antes se construía algún edificio.
Lo más llamativo del fenómeno lo constituye un destartalado autobús y una una caravana desvencijada en que viven dos familias.
Son dos familias rumanas con niños que, según parece vivieron antes en una chabola en el poblado de Valdemingómez, donde un incendio la quemó por dos veces.
La razón de que la zona sea un destino recurrente de inmigración pobre procedente de Rumanía es la cercanía de un centro de acogida con casas prefabricadas que se encuentra por el descampado.
El solar junto al que está aparcado el autobús, hace unos días que se ha vallado para que no entre nadie más. Nada más cercar el perímetro, aparecieron tramos abiertos. Dos días después volvió a cerrarse con presencia de policía municipal.
Quieren levantar en este lugar un centro de tratamiento de toxicómanos y parece que a los vecinos de Las Tablas no les gusta la idea.
Mientras tanto, los habitantes del autobús viven hacinados en tan mínimo espacio y entre la porquería que ellos mismos generan. Ahora que han vallado el solar de al lado, todo queda mucho más cercano y con el calor del verano vivir así es ya peligroso para la salud. (EUROPA PRESS)