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Un aventura, un viaje de vuelta y mil historias que contar (4º Parte)
Publicado el 10 mayo 2015 por UnaventanavalenciaAmsterdam ha sido una ciudad que ha desarrollado mi instinto de supervivencia, o al menos esa capacidad de sacarme las castañas del fuego yo solo.
Dejamos las maletas en consigna, y nos pusimos rumbo al Albert Cuyp Market. Había leído en varios blogs que era un mercado que estaba bastante bien. Cuando llegué allí me hizo pensar sobre la idea de que no somos tan diferentes.
Es el típico mercado que montan cerca de tu casa en el que venden ropa, fruta y verdura, queso, fundas de móviles...
Fuimos muy temprano, sobre las 9, porqué queríamos aprovechar a tope nuestra última mañana en la ciudad.
La verdad es que es una ciudad que tarde bastante en despertar porqué muchas tiendas y comercios abrían a las 11h. Eso si, me declaro fan de sus horarios de trabajo. Vi varias tiendas que abrían 4 días a las semana y de 11-17h. Así si que es lógico que se pueda congeniar la vida entre trabajo y familia.
Llegamos hasta la Heineken Experience, no sin antes pasarme por un Albert Heijn y comprarme una tableta de chocolate para afrontar el viaje de vuelta.
Me había comentado unos amigos de mi hermana, que cuando fuese a entrar a la Heineken Experience me pedirían en DNI y tendría que comprar la entrada de menores, pero nada. Entré con la entrada de adultos.
La Heineken Experience es todo un montaje de marketing de la empresa. Te explican el proceso que llevan a cabo para hacer la cerveza, y te dan a degustar varias. Al final del recorrido te invitan a dos cervezas.
En 3 días era el santo de Papá así que le hicimos una botella personalizada con su nombre. Hasta aquí ningún problema. Llegó cuando fuimos a recogerla que fue donde estaba el cartelito donde ponía que estas botellas no pasaban en los vuelos de bajo coste. Ya me has sacado el dinero y ahora el que me tengo que aguantar soy yo ¿no?
Era momento de ir a por las maletas, las cogimos y volvimos a la Estación Central. Compramos comida, y nos subimos en el primer tren que vimos que iba a Rotterdam. Estábamos muerto, así que durante el trayecto nos dormimos.
Creo que nunca lo había pasado tan apurado. Pensábamos que el avión salía a una hora, y en verdad salía 20 minutos antes, llegamos por los pelos. Y si, la botella de Heineken, aunque la intente colar en medio de la ropa, me la hicieron vaciar.
¡Hasta siempre Amsterdam!
Dudo que pueda recordarlo como uno de los mejores viajes de mi vida, pero si como una de las mayores experiencias. Momentos de complicidad. Momentos de risas. Momentos que nunca saldrán a la luz y que solo quedarán entre ella y yo.
Ha sido único viajar junto a mi hermana al extranjero. Lo mejor de todo es que en el vuelo de vuelta decíamos: ¡Próxima parada Nueva York!