Un avión, una hermana y el viaje más heavy de mi vida (1º parte)

16 años. Mi hermana 22 recién cumplidos, y en diciembre del año 2014 decidí comprar los billetes para un viaje que sabía que iba a marcar un antes y un después en mi vida. Próxima parada: Ámsterdam.
Hacía mucho tiempo que le teníamos ganas a ésta ciudad, así que pensé que sería un buen regalo de Navidad para mi hermana. 
El martes 7 empezó la aventura, mejor dicho, la mayor aventura de mi vida hasta el momento. Tocaba despedirse de mamá y papá, y ya sabes como van esas cosas. Papá parece un tipo duro, pero mamá sabe que sus hijos se van, y eso le duele. Es nuestra primera vez solos fuera de España. 
Nuestro vuelo no llegaba a Ámsterdam, sino a Rotterdam, una ciudad a menos de 1h de la otra. Decidimos aprovechar éste fallo en la compra de los billetes para visitar la ciudad. 
Error.
Nadie, pero absolutamente nadie nos hacía caso, y cuando digo nadie, me refiero a trabajadores del tranvía, oficinas de turismo, habitantes de la ciudad... Pero nos sirvió para desarrollar nuestro instinto de supervivencia. 
Nuestra primera parada fue el Puente de Erasmo. Mejor dejar de lado todas las peripecias que tuvimos que pasar en una ciudad en la que todo lo escrito está única y exclusivamente en holandés ¿Tu entendías algo? Porqué yo no. Mi nivel de inglés es alto, pero aquí me di cuenta que con el inglés no puedes viajar a todos los sitios. Llámame loco.
Aunque el vuelo había llegado a las 12:40h al aeropuerto, a las 15:00h aparecíamos por el Puente de Erasmo. Comimos, y con las maletas a nuestras espaldas decidimos cruzar el puente y dar una vuelta hasta llegar a las casa cubo.




Terminada la vuelta, empezaba otra prueba. Comprar el billete para poder volver a la Estación Central de Rotterdam y coger el tren hacía Ámsterdam. 1h, solos en la ciudad, y ni tan siquiera los trabajadores del tranvía nos ayudaban, pero por suerte apareció una alma caritativa, de esas que a día de hoy quedan bien pocas.
Ya en la Estación Central cogimos el tren. 1 hora de descanso. 
Llegamos a Ámsterdam, pensábamos que aquí la gente sería un poco más solidaría con los turistas. A ratos íbamos bien encaminados con ésta idea.
Nada más salir de la Estación sufrí uno de los momentos de mayor pánico del viaje. Subí al tranvía para preguntar si era el que iba a la puerta del hotel, mientras mi hermana se esperaba fuera esperando mi respuesta y recogiendo un papel que se le había volado. Todavía no había acabado la pregunta, las puertas del tranvía se cerraban. Mi hermana abajo, yo arriba. Pánico, es la única palabra que describe lo que sentí en ese momento. Al final un hombre empujó la puerta y entraron los dos. 
Llegamos al hotel. Nos alojamos en The Student Hotel, prometo hablaros de ésta joya de hotel. 

Una vez dejamos la maleta, decidimos ir andando hasta el centro para terminásemos cenando en un italiano. 
Estábamos muertos, pero decidimos volver al hotel andando. Mañana más y mejor.