Revista Sociedad

Un Balance de Zapatero (1)

Por Jmbigas @jmbigas
En la campaña para estas Elecciones del 20-N (ya estamos en la recta final) los dos candidatos de los principales partidos están jugando y apostando al Cambio. Rajoy, al Cambio para huir del gobierno de Zapatero (sin especificar muy bien en qué dirección), y Rubalcaba ocultando a Zapatero en la campaña, para evitar que el descrédito de su Gobierno le empañe (más todavía) sus limitadas posibilidades electorales.

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José Luis Rodríguez Zapatero, presidente del
Gobierno de España (2004-2011)
(Fuente: whomples)

La conclusión es que ninguno de los dos está por la labor de responder por la labor de este Gobierno que hemos tenido desde marzo de 2004, presidido por José Luis Rodríguez Zapatero. Y mucho menos de defenderla, o incluso de hacer balance. Este silencio, y este implícito repudio, me llevan a intentar realizar un cierto balance sobre lo que ha sido en España la etapa Zapatero. Para ello he escogido un cierto número de temas al que Zapatero y sus gobiernos no han sido ajenos.

ECONOMÍA En su segunda legislatura, desde 2008, a Zapatero le ha tocado lidiar desde el Gobierno con la crisis económica más profunda y extensa de la que se tiene recuerdo. No intento aquí analizar sus orígenes y causas, sino sus consecuencias.

De hecho, esta crisis ya se ha llevado por delante un buen número de gobiernos de todo signo. Y es que desgasta lo que no está escrito tener que enfrentarse desde el gobierno a tal cúmulo de calamidades, ante la total incomprensión de los ciudadanos de a pie, que inevitablemente se sienten traicionados.

En la campaña del 2008, y luego desde el gobierno, Zapatero se empeñó en negar la crisis, que muchos analistas internacionales y nacionales ya daban por presente. Con seguridad la minusvaloró, e intentó pararla con parches de poca enjundia. Hay un principio de gestión generalmente aceptado, que dice que lo que funciona, no se toca. Y parece que lo aplicó Zapatero hasta sus últimas consecuencias. Si el barco avanza a toda velocidad (la verdad es que la economía percibida por todos los españoles hasta ese momento era de la máxima prosperidad; hoy sabemos que sólo aparente), pero su rumbo anticipa la colisión con un iceberg gigante, un gestor (el capitán del barco), debe accionar el timón a tiempo para evitar la colisión. Zapatero prefirió hacer que la orquesta del Titanic tocara más alto (léase los famosos 400 euros, o el infausto Plan E).

Conviene no olvidar que durante los años de máxima prosperidad se mató a muchos mensajeros de las malas noticias que nos esperaban por delante. Sólo hace falta seguir con atención el documental Inside Job, que os recomiendo.

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(Fuente: noticias-24)

Con eso, Zapatero se equivocó estrepitosamente (incluso descalificando como antipatriotas a los pajaros de mal agüero), y luego le ha tocado lidiar con la colisión y sus consecuencias. El Plan E fue el ejemplo de una medida coyuntural aplicada para intentar solucionar un problema estructural. Aparte de que su aplicación fue caótica, la fuerte inyección de dinero público ni siquiera sirvió para reducir la morosidad de las Administraciones, sino que más comúnmente se empleó en pintar de nuevo el Kremlin (construir rotondas perfectamente innecesarias, o pistas de pádel en pueblos donde sólo hay jubilados, o cosas del género).  Hay que reconocer que un diagnóstico más temprano de la fuerte crisis que se avecinaba no hubiera servido para mucho más que para que todo el mundo se hubiera puesto los chalecos salvavidas a tiempo, y que el impacto nos hubiera pillado preparados en lugar de estar bailando el foxtrot en los lujosos salones. Pero no creo que hubiera evitado el drama del impacto. BURBUJA INMOBILIARIA Cuando Zapatero asumió el poder en 2004, los gobiernos del PP habían tomado diversas medidas en el sentido de la liberalización del suelo, que crearon una monstruosa burbuja inmobiliaria. La vivienda se convirtió en un bien financiero pasto de inversionistas y su precio no dejó de aumentar hasta proporciones inasumibles. En algún año se llegaron a construir en España más de un millón de viviendas, una cifra que el mercado español es absolutamente incapaz de digerir.

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(Fuente: cincodias)

Zapatero no quiso pinchar la burbuja a tiempo (de nuevo, lo que funciona no se toca) y prefirió dejar que estallara cuando llegara su momento. No sabemos qué hubiera pasado si el Gobierno hubiera pinchado la burbuja (o por lo menos la hubiera desinflado). Visto desde hoy, parece claro que España tenía un problema grave de sistema productivo, exageradamente basado en el ladrillo. Las consecuencias colaterales de este hecho han sido, y son, muy graves. Muchos jóvenes abandonaron los estudios para aceptar empleos en la construcción exageradamente bien remunerados. Muchos de ellos llevan hoy parados varios años; y sin los estudios que abandonaron, sus posibilidades de reinserción en otro empleo, su empleabilidad, son limitadas. La construcción es un sector con uso intensivo de mano de obra. Su hipertrofia permitió sacar pecho durante un tiempo, cuando España creaba uno de cada dos empleos creados en la UE. Pero su reverso es que cuando ese sector se colapsó, España ha venido creando uno de cada dos parados creados en la UE. Contra lo que a algunos les gustaría pensar, Zapatero no es el único responsable de este derrame de paro. En el pecado estaba la penitencia. Zapatero, ya en el 2004, debería haber actuado mucho más enérgicamente en desarrollar un sistema productivo alternativo al ladrillo, primando la I+D más de lo que se hizo, y favoreciendo una transición ordenada hacia una economía más basada en el conocimiento, que es lo moderno. A Zapatero y a muchos otros les cegó la bonanza económica que traía el ladrillo, pero no supieron ver a tiempo que ese era un sistema no sostenible en el tiempo. Que, además, beneficiaba sólo a unos pocos. INMIGRACION Casi como efecto colateral de la burbuja inmobiliaria, Zapatero y sus Gobiernos aplicaron políticas muy laxas a la inmigración masiva. Se legalizaron casi automáticamente muchos inmigrantes llegados en circunstancias más bien irregulares, ignorando el hecho evidente de que la inmigración es un fenómeno muy poco flexible. Si vienen a España cinco millones de inmigrantes para cubrir la necesidad coyuntural de trabajadores, no van a desaparecer cuando las circunstancias cambien.

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(Fuente: absolutbadalona)

Políticas más restrictivas en este tema, encaminadas a permitir la inmigración en base a demandas concretas de empleo, con visos de continuidad, posiblemente hubiera sido una acción más responsable de gobierno. En este tema, como en muchos otros que veremos, a Zapatero le perdió su inveterado buenismo antropológico. Adalid de una cierta concepción de la izquierda, le pareció que sus principios le obligaban a recibir a todos los inmigrantes con los brazos abiertos. De todas formas, conviene tener la precaución de no adelantar con frivolidad recetas mágicas para tratar el tema de la inmigración. Tras este fenómeno hay personas, hay familias, hay proyectos y hay ilusiones, y es exigible que, en ningún caso, se acabe jugando con ellos. DESEMPLEO Es cierto que el balance de desempleo al principio y al final del mandato de Zapatero es dramático. Pero es injusto y falso sostener que los parados lo están por culpa de Zapatero. Este país estaba sumido confortablemente en un sistema productivo no sostenible (y no moderno, a más inri), desde décadas antes de que Zapatero asumiera el poder. Le ha tocado lidiar con la peor crisis económica de la historia conocida, y no es en absoluto evidente que las cifras de paro hubieran sido mucho mejores con alguien distinto de Zapatero al frente del Gobierno.

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(Fuente: oposicionesyempleo)

Al fin y al cabo, el cambio del sistema productivo de un país es un tema estructural que toma muchísimo tiempo en ser implementado y desarrollado, incluso generaciones. Nada se había hecho en esa dirección, el timón del barco estaba prácticamente bloqueado, y la colisión con el iceberg se hizo inevitable. Hay que reconocer, por otra parte, que Zapatero y sus gobiernos se han esforzado en aportar las necesarias ayudas sociales, para evitar que el desempleo se convierta en un drama nacional que acabe en una situación bélica o revolucionaria. ECONOMIA SUMERGIDA Este es un problema que parece endémico en los países del Sur de Europa. Italia es, posiblemente, el cum laude en ello, pero España tiene una posición de cabeza en este triste ranking. De hecho, estos días el propio Napoleón Sarkozy está proclamando amargamente que la economía sumergida (llamada fraude social en Francia) le podría costar hasta 15.000 millones de Euros anuales a las arcas del Estado.

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Estimación de economía sumergida en diversos países de Europa
(Autor: Friedrich Schneider, Universidad de Linz; Fuente: valor-crecimiento)

Y por economía sumergida hay que entender un amplio espectro de actividades. Por una parte, la actividad productiva que se desarrolla de forma opaca a la legalidad (empresas piratas que contratan a sus trabajadores bajo cuerda -incluso compatibilizando un salario con un subsidio por desempleo-; que compran a sus proveedores -en todo o en parte- en B sin factura y sin pagar los impuestos debidos; y que a su vez venden lo producido a circuitos comerciales acostumbrados a funcionar en el borde de la ley, si no directamente fuera de ella). Por otra parte, todos los productos y servicios que se venden o prestan sin ningún tipo de soporte documental. Aquí deberíamos incluir la infinidad de servicios para el hogar (asistentas y empleadas, fontaneros, electricistas, albañiles, etc.) que, casi por tradición, la sociedad acaba aceptando que se realicen al margen de los circuitos fiscales establecidos (ahorrándose el cliente el pago del correspondiente IVA). O ciertos servicios para la salud (dentistas, etc.). Pero también debemos incluir los movimientos de capital hacia paraísos off shore, que los hacen opacos a la acción de Hacienda. Empresas que desplazan sus sedes a lugares donde tributan como impuesto de sociedades unas cantidades mínimas, hurtando a la economía nacional mucha de la sangre que necesita para funcionar. En este capítulo, el tema es más complicado, porque requiere de acciones coordinadas a nivel mundial, o el tema acaba simplemente en que se nos escurren los peces de entre las manos. Y también hay que incluir los múltiples tráficos ilegales o alegales, sean locales o de ámbito internacional. Los diversos tráficos (de armas, de drogas) o la prostitución, cuya regulación y afloramiento es una asignatura pendiente para la mayoría de estados. Zapatero renunció a apretar las tuercas a todos estos entramados de dineros grises o directamente negros. Lo que nos lleva al siguiente capítulo. POLITICA FISCAL Otro problema que parece eterno en España. La carga fiscal recae en gran medida sobre los salarios y las rentas reguladas del trabajo. Solamente si trabajas por cuenta ajena y recibes un salario por ello, estás controlado hasta el último céntimo por la Agencia Tributaria, y no tienes ninguna posibilidad de mejorar tu factura fiscal. En el otro extremo, las grandes fortunas, los ricos de este mundo, los que disponen de legiones de abogados, los que tienen actividades liberales poco reguladas, los autónomos que pueden jugar casi a su libre albedrío con las facturaciones opacas o con los gastos deducibles. Todos ellos campan por sus respetos en el campo fiscal.

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Mapa mundial de los Paraísos Fiscales
(Fuente: attacmadrid)

Esta situación no es culpa de Zapatero, pero la heredó y no hizo nada para mejorarla, aceptando resignadamente el statu quo recibido. Con figuras financieras legales (como las SICAV) que benefician a los mayores detentadores de patrimonio y a los mayores perceptores de rentas. Con un impuesto sobre las rentas del capital a un tipo fijo, prácticamente no progresivo y relativamente reducido. Pero también es cierto que Zapatero ha sido rehén de la misma resignación a nivel de la UE y de los organismos financieros internacionales. Se lleva hablando décadas de la erradicación de los paraísos fiscales, pero nada en concreto se ha hecho. Y apretar fiscalmente a los capitales solamente en un país o conjunto de países, provocaría que los flujos buscaran nuevos destinos más acogedores. Las acciones deben ser coordinadas a nivel de la comunidad internacional. Y en esto, largo me lo fiáis, me temo. Decidió eliminar el Impuesto Extraordinario sobre el Patrimonio, lo que me pareció correcto, porque para ese tipo de impuesto sólo se puede defender una naturaleza temporal, como ya he comentado en algún otro artículo. A última hora, con nocturnidad y vergüenza, decidió reimplantarlo parcial y temporalmente, intentando aumentar algo la recaudación fiscal por ese camino. Habiendo perdido la ocasión de convertir eso en una fiscalidad mucho más razonable y justa. Es una tarea que queda pendiente, y que no parece que ninguno de los grandes partidos lleve de modo contundente en sus programas electorales.


IMPROVISACION
Se le ha acusado implacablemente a Zapatero de practicar la improvisación política. Se ha dicho de él que más que aplicar medidas, parecía soltar ocurrencias improvisadas.

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Soraya Sáenz de Santamaría, portavoz del
PP en el Congreso de los Diputados
(Fuente: terra)


Tienen razón los que esto afirman. Pero conviene tener en cuenta que las fauces de esta crisis mutan con gran rapidez. Nuevos problemas aparecen a la vuelta de un par de días, con un nuevo ataque de los mercados, y cosas así. La propia Unión Europea ha pecado de lo mismo, de aplicar medidas concretas sobre la marcha de los acontecimientos: comprando Deuda hoy sí y mañana no; proponiendo hoy la emisión de eurobonos y negándolos mañana; y así con todo.
Zapatero es cierto que ha improvisado bastante, pero siguiendo la estela de una desorientada clase política en toda la UE.

NEGOCIACION De modo repetido y reiterado, Zapatero ha puesto de manifiesto su poca capacidad de negociación. Movido habitualmente por sus principios irrenunciables, cualquier llamada a la oposición para negociar temas concretos, se ha resuelto en una invitación a sumarse a la posición del Gobierno, pero no a entrar en una negociación positiva y constructiva, con la idea en la cabeza del Win/Win, que debe regir toda negociación.

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(Fuente: jorgesalim)

Esta actitud le ha generado una soledad política que le ha acabado pasando factura. Por no estar dispuesto a negociar ciertos temas de Estado con el principal partido de la oposición, ha acabado cayendo en la compra de apoyos (a casi cualquier precio) con los partidos nacionalistas (muy minoritarios en el Congreso de los Diputados; pero suficientes a menudo para alcanzar las mayorías necesarias). De este tema trataré más en profundidad en el capítulo de Arquitectura del Estado. Aunque no solamente ha sido un error de Zapatero (la falta de acuerdo en temas de estado entre los grandes partidos parece que ya sea una maldición bíblica en España), esta falta de acuerdos de amplio espectro, que desborden los plazos limitados en que uno (u otro) detenta el poder, ha provocado bandazos inadmisibles en temas de la máxima seriedad. Por poner solamente un ejemplo, las múltiples leyes de educación con las que hemos tenido que convivir en las últimas décadas. Cuando se legisla sobre temas trascendentes, que seguirán ahí después de abandonar el gobierno, es imprescindible generar una mínima estabilidad y seguridad jurídica. Y, para ello, es imprescindible la negociación y el acuerdo. No nos podemos permitir que todos los grandes partidos anuncien que derogarán leyes importantes proclamadas por sus antecesores. La sociedad no puede avanzar o retroceder al ritmo de los cambios de gobierno. DERECHOS SOCIALES Hay que reconocer que, con Zapatero, España ha avanzado bastante en este capítulo. Pero la falta de negociación con el principal partido de la oposición ha provocado recursos de inconstitucionalidad en curso, que generan elevadas dosis de inseguridad jurídica.

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(Fuente: dempeusperlasalut)

En la Ley sobre el matrimonio entre homosexuales, una negociación sobre el nombre dado a este tipo de uniones hubiera eliminado asperezas y amenazas de retirada futura de la ley y cosas del género. Aunque a Zapatero y a su Gobierno (como a mí mismo, por cierto), les parezca razonable que estos enlaces se llamen matrimonios, una negociación que hubiera llevado a llamarles uniones de hecho (o la fórmula que pudiera resultar más aceptable para la derecha católica), habría conseguido una ley mucho más estable, y garantizar una seguridad jurídica de la que actualmente se carece. La Ley para la Regulación del Aborto también podría haber tenido alguna negociación de detalle, para limar las asperezas que están generando amenazas de retirada o de cambio por parte del PP y de sus partidarios. La Ley de Dependencia fue el ejemplo de la buena voluntad de Zapatero, pero la falta de negociación sobre su financiación está provocando que su aplicación sea bastante más que dudosa, y pueda acabar siendo una iniciativa fallida. Estas carencias nos ponen de manifiesto, para nuestra desgracia, que los gobernantes que tenemos tienen muy escasa talla de estadistas. Lo que es también cierto a nivel internacional, para vergüenza de todos. Todo esto nos lleva a otro aspecto importante de la etapa de gobierno de Zapatero: el sectarismo. SECTARISMO Lo óptimo es enemigo de lo bueno. Este es un principio del que siempre ha carecido Zapatero en su etapa de gobierno. Al enemigo, ni agua. Este parece haber sido su leit motiv de gobierno. Una instalación permanente en el enfrentamiento y en la dialéctica del nosotros y ellos.

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Manifestación provida contra la Ley del Aborto
(Fuente: elbunker)

Se puso de manifiesto de forma muy destacada con todo el infausto tema de la Memoria Histórica. Otra maravillosa ocasión perdida para conseguir que cicatricen de una vez por todas las heridas todavía abiertas por la Guerra Civil y la posterior dictadura franquista. No es presentable a estas alturas intentar ser revanchista en estos temas. Cada palo tiene que aguantar su propia vela, y a otra cosa. Desde mi punto de vista, todo estadista debe ser, en buena medida, posibilista. Más vale un movimiento más corto, pero sólido, acordado, en el que la mayoría esté de acuerdo; que no intentar pasos más largos que nos acaban situando a todos al borde del abismo, si no al fondo del precipicio. Zapatero ha sido sectarista en toda su acción de gobierno, y eso nos ha perjudicado a todos. Le ha faltado cintura política para aprender a convivir con políticos (y ciudadanos, ojo), que tienen opiniones diferentes que él en temas trascendentes. Un gobernante democrático es aquel que sabe avanzar al ritmo que la sociedad está dispuesta a aceptar. Y eso requiere transigir en ciertos temas, o demorar otros. Convertirse en el adalid de una parte de la sociedad le convirtió en enemigo del resto. Malos mimbres para construir una situación estable. Incluso se ganó el derecho a que cierta derecha y la caverna mediática le llamen liberticida. Algo de razón tienen, pues a veces ha parecido que la libertad de Zapatero solamente es para pensar como él. Perverso, sin duda.


Un gobernante democrático nunca debería olvidar que se debe a todos los ciudadanos, y no solamente a los que le han votado en las urnas. Rajoy, pese a su pertinaz parquedad dialéctica, procura presentarse a los ciudadanos como el Presidente de todos. Con eso intenta mitigar la muy clara aversión de una parte de la sociedad a los principios y actitudes del PP. Si no consigue más votos con ello, por lo menos sí relaja las conciencias de los que piensan abstenerse. Lo que ya le sirve a sus propósitos.
(Continúa en la segunda parte)

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